Archivo Municipal
Pequeña plaza de la Reina en 1930 entrando desde calle San Vicente. Edificio Monforte a la derecha.
Fue en 1895 cuando en un solar en pleno centro de la ciudad, Dª Josefa Sancho encandilada con las construcciones que ya había realizado en Valencia el maestro de obras Lucas García Cardona, pidió a este la construcción de un edificio en dicho solar del inicio de la que a su finalización se le llamaba como “la calle más larga del mundo”, la calle de la Paz, toda vez que conectaba el Parterre con la Isla de Cuba. Ahí justo y donde, y no de menor importancia, comenzaba otra calle larga, la de San Vicente, la más larga del cap y casal, desde la recoleta y triangular plaza la Reina.
Tenía por costumbre este maestro de obras reflejar las ansias de sus dueños, además de una gran imaginación arquitectónica. Pronto puso en marcha la construcción del que llegara a ser, y es, uno de los edificios de estilo ecléctico más bonitos y emblemáticos de la ciudad.
A la planta baja con amplios vanos le seguían los entresuelos y cuatro pisos. Usó el hierro fundido para columnas, la azulejería valenciana, cerámica vidriada, y yeserías policromadas. A las columnas las dotó de motivos helenísticos, los frisos con palmetas y ovas, figuras danzantes en sus paredes, unos miradores de madera con columnas torneadas, y para rematar todo ello un gran alero de madera.
Todavía en construcción el edificio, los hermanos Campoy ya habían puesto el ojo en los bajos y entresuelos para albergar un comercio de tejidos y sastrería hecha a medida. Le pusieron por nombre “Almacenes la Isla de Cuba”, con un “precio fijo” que se anunciaba en su fachada, en las puertas de entrada, eso para que nadie regatease. Se hizo tan notable este establecimiento que como edificio Monforte dejó de llamarse y pasó a ser “Edificio Isla de Cuba”. ¿El comercio dio nombre al edificio o el edificio dio nombre al comercio? Ni se sabe. El caso que si hablas de edificio Isla de Cuba todo el mundo lo conoce, si hablas de Monforte, se van a los jardines.
Pasaron dieciseis años del edificio, del comienzo de la Guerra de Cuba y de los almacenes en sus bajos, disolviéndose la sociedad de estos últimos.
Texto de Amparo Zalve
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