sábado, 16 de julio de 2022

SANCHIS BERGÓN CONTRA LA MENDICIDAD


En julio de 1906 la percepción que de Valencia tenía la prensa no podía ser más explícita. Los medios locales salían al paso sobre la necesidad de la extinción de la mendicidad. 


Así se expresaba La Correspondencia en aquellos días: “Valencia está convertida en un hospicio suelto; por todas partes se encuentran pobres más o menos auténticos que suplican o exigen limosnas, y es muy frecuente ver en los sitios más públicos, mendigos que exhiben deformidades y asquerosidades que mueven a compasión y trastornan los estómagos de los menos aprensivos”.


Llegaba la Feria de Julio y bajo la presidencia del alcalde Sanchis Bergón, se reunía por primera vez la Asociación Valenciana de Caridad para ultimar los detalles con el fin que trás el primer día de fiesta, se viera a Valencia libre de mendigos. El acto en sí supuso el nacimiento de la Sociedad que pasaría a ser popularmente conocida como la Casa de Caridad, gracias al impulso del propio Alcalde, su fundador.


Para este fin era necesario contar con los medios suficientes para que los necesitados cubrieran sus exigencias básicas, y la Casa de Caridad se disponía al socorro para que mediante la entrega de un bono suministrar a quienes lo solicitaban dos comidas diarias: una a las 10 de la mañana y otra a las 5 de la tarde.

Bastaba con que los pobres, impedidos para el trabajo, naturales de Valencia o con más de dos años de vecindad se inscribieran en los padrones de las Juntas de Distrito, y con el bono correspondiente recibido y una vasija al efecto, acudieran a la recogida de la comida que en la Casa de Caridad tenían asegurada.


Con un bando municipal se prohibía la mendicidad en la ciudad, con la consideración de mendigos para quienes pidieran limosnas por las calles. La infracción del bando suponía una multa de 50 pts y la conducción del mendigo al Asilo Municipal con 10 días de arresto en caso de ser insolventes. 


La aspiración de ver a Valencia libre de mendigos se veía cumplida, en beneficio de los propios necesitados, de las buenas costumbres y de la decencia pública.

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