sábado, 21 de mayo de 2022

PINCELADAS DE LA PRISIÓN DE DOS GRANDES TORRES


1880 - Torres Quart

Son mis pensamientos :

 - Una inscripción sobre la puerta principal de la entrada de la puerta de Cuarte rezaba: “Odia el delito y comparece al delincuente”. Todos lo sabían, porque todos pasaban por ella, los que entraban y los que salían de la ciudad. Una buena advertencia.

 - Entre llamas y fuego iban saliendo de la Casa de la Ciudad donde estaban presos, donde el fuego se había declarado un día de febrero de 1585, para volver a ser presos de nuevo, en este caso los que irían a las torres más altas de la ciudad. Ahora ya no ocuparían una pequeña, sino que se alojarían en dos grandes y robustos colosos desde donde divisarían todo el extramuros.

 - ¿Por qué los echaron de ahí para que las presas fueran las prostitutas en 1626? El caso es que unas cuantas décadas esos muros escucharon a las mujeres. El Mariscal Moncey se ocupó de ello y con más de 1.000 marcas de fusil y 132 de cañón. ¿Cómo iban a arriesgarlas? Antes las trasladaron al interior de la muralla.

 - Los franceses se van y en 1813 vuelta a ser prisión, pero esta vez militar.

 - Ahora imagino al comandante de las torres de Cuarte con un fajín de cuero del que colgaban pesadas llaves, las de entonces, porque se pasaría todo el día abriendo y cerrando celdas, además que era el responsable de cualquier fuga que hubiera.

 - Los rangos eran muy diferenciados entre los militares, y ya un abismo entre estos y los pocos presos civiles que acogían,  que sufrían grandes carestías. Los dos centinelas que ocupaban las garitas, de la puerta principal  y la de la calle Cuarte, eran bien conocidos y hasta resultaban simpáticos para los que entraban a diario la cal en Valencia, que ya lo hacían desde 1650 con los carros blanquecinos y destartalados. Tal vez una distracción para los presos, que viéndolos desde la terraza quizás apostaran por los que durante una hora iban a atravesar. 

-Me viene al pensamiento cuando en 1863 se llegó al acuerdo de que los militares no se mezclaran con el resto, complicándose aún más el espacio común, y solo había una cocina con un pozo y dos pilas para lavarse cada uno su ropa, o un solo patio para airearse donde se organizaban verdaderas reyertas. 

- Bueno, tampoco es que hubiera mucho personal al mando del comandante “guardián de las llaves”: Un oficial, un sargento, dos cabos, ocho soldados  y los dos centinelas. 

- ¡Hora de levantarse! Todos a una a la salida del sol. Para el retiro, en pabellones y calabozos,  a las nueve en verano y a las ocho en invierno. Del rancho, pues del estilo del regimiento acuartelado del Pilar. 

- Algunos la necesitaban y en 1858 llegó la atención espiritual, con misa en los festivos. Una sala se había habilitado para ello. El altar principal venía de la Ciudadela, con un cuadro de Ntra Sra. de la Salud y otro lateral de la Soledad. Durante unos años se prescindió del acto litúrgico y en cuanto volvió a retomarse en 1874 ya se oficiaba en el piso bajo. 

- Mi último pensamiento: ¿Qué hubiera sido de seguir estando en este lugar el insignificante portillo que le precedió a mediados del siglo XIV? 

En 1931 ya no era torre para presos porque ya eran las Torres de Cuarte para la ciudad, recuerdo de una cárcel.

Texto de Amparo Zalve Polo

No hay comentarios:

Publicar un comentario