En el interior del Centro Cultural la Beneficencia y con entrada en el número 36 de la calle de la Corona está el Salón Alfonso el Magnánimo, utilizado actualmente para eventos culturales. Es la desacralizada capilla del que fue centro asistencial cuya historia se remonta a la primera mitad del siglo XIX y finalizó en 1982. La diseñó el arquitecto Joaquín María Belda Ibáñez y la decoró, principalmente, el pintor y escultor Antonio Cortina Farinós.
De su pasado religioso sólo han quedado las imágenes de la cristalera de la pequeña cúpula (Beatos Gaspar Bono y Juan Esde, santos Nicolás de Fluxe, Luis Beltrán, Pedro Biaro, Vicente Ferrer, Tomás de Villanueva e Inocencio Mártir), que recientemente fue restaurada por la Diputación, pintados ángeles y apóstoles en el techo y ángeles custodios en el interior de las balconadas, y en la parte baja, donde estuvo el trasaltar, las pinturas de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. También los frescos pendientes de restauración de la que fue Capilla de la Comunión.
La denominada capilla es mayor en dimensiones a muchas iglesias valencianas. Comprende amplia nave central y dos laterales sobre las que hay anchas balconadas y largos tramos con barandas desde los que asistían a los actos religiosos los niños acogidos en el asilo.
Extraña a los visitantes su estructura con techo plano y muy decorado, que es semejante al de las antiguas basílicas San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo de Extramuros en Roma.
Arquitectónicamente Joaquín María Belda combinó, en una decoración peculiar y ecléctica, elementos de varios estilos arquitectónicos, con impresión general de medievalismo, y en línea de su calificación como neobizantino. De acuerdo con el nuevo arte religioso promulgado desde Francia por Téophile Gautier y llevado a la práctica por Léon Vaudoyer en la catedral neobizantina de Marsella (1856-1893).
El interior es una explosión de colores, que recuperaron su antigua belleza con la restauración terminada en el año 2003, donde las especialistas Alejandra Rísquez y Gloria Sánchez fueron las regeneradoras de los numerosos dorados, en una actuación coordinada con otros grupos de policromía y pintura, hasta un total de cuarenta artistas y artesanos, para lograr que la antaño capilla de la Beneficencia de València recuperara su magnífica policromía neobizantina, según expuse en las publicaciones Ven Aquí Valencia y Top Turisme en junio de dicho año.Y de la carpintería, principalmente, las puertas de entrada al tempo y a la capilla de la Comunión.
Es un grandioso marco para conciertos, presentaciones, congresos, entrega de premios y otros actos culturales, pero cerrada a visitas turísticas.
No conozco ninguna construcción en España calificada como neobizantina semejante a esta de València. Por ello, es lógica la sorpresa generalizada cuando conciudadanos y visitantes la ven y se enteran que sólo se puede entrar cuando hay algún evento.
La historia del complejo arquitectónico de La Beneficencia se remonta al año 1520, cuando fue construido el convento para la Orden de los Agustinos. Posteriormente fue ocupado por religiosos Franciscanos dedicados a la veneración de la Corona de Espinas de Nuestro Señor, motivo que dio lugar al nombre de la calle Corona, y en 1840, en él y su huerto instalaron la Casa de Beneficencia para acoger niños sin familia o sin recursos económicos, pero principalmente para paliar la gran mendicidad existente en la ciudad, originada por la crisis de la industria sedera, y enseñarles oficios para su integración laboral. Tras sucesivas remodelaciones, en las que intervino principalmente el arquitecto Joaquín María Belda, el edificio acabó adoptando su forma actual.La gran capilla, actualmente salón de actos, fue construida entre 1882 y 1883. De esa época son también las zonas ajardinadas. Se dedicaron a la educación de niños hasta 1982.
Es imposible fotografiar actualmente la fachada del templo, que está culminada en sus extremos por dos cortas torres, debido al enorme crecimiento de los cuatro ficus que plantaron hace más de cien años. Bello jardín donde también hay hermosas palmeras
Joaquín María Belda (1839-1912), fue uno de los arquitectos más representativos de su época. Diseñó importantes edificios públicos del cap i casal y dirigió la restauración o reestructuración de otros.
En cuanto a Antonio Cortina Farinós (1841-1890), en los años sesenta del siglo XIX fue artista fallero, con la particularidad de ser el primero en realizar con cera la cara y las manos de los ninots para fallas, a partir de 1864 retratista y constructor de decorados teatrales, y en 1876 comenzó trabajos decorativos en iglesias, el primero en Almàssera. Terminó la decoración de la iglesia de la Beneficencia en 1883, que calificaron de espectacular unos y rara otros, un año después el monumento a la Semana Santa para ese templo, y entre los años 1889 y 1890 decoró la capilla de la Comunión, actualmente cerrada y a la espera de su restauración.
* Joaquín María Belda Ibáñez (1839-1912).- Las Provincias 18-04-1986.
* www.labeneficencia.es
* BIVALDI
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
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