sábado, 9 de abril de 2022

EL NOSTRE "CACAU DEL COLLARET"

Fruto de la tierra valenciana,  que con tan solo unos 2´5 cm de longitud y dos granos por vaina, parece que se hace necesario en la mesa de cualquier “esmorzaret “ valenciano. Al pequeño tamaño, unido al collar entre los granos que los comprime para no dejar apenas hueco entre la vaina, le convierte en una variedad única confiándole un sabroso sabor, debido al mayor porcentaje de aceite con respecto a las demás variedades. 

Más del 80% de la cosecha de este fruto se producía en estas tierras, y hay que decir que fue el primer lugar donde se cultivó de toda Europa, cuando el arzobispo de Valencia, Fabián del Duero, lo trajo de América. Lástima que en los años 60 del siglo pasado fue cayendo la producción debido al aumento de las importaciones. 

Pero ahora vamos al cultivo antiguo, a la tierra de la Valencia que sembraba aprovechando la luna menguante y de mayo a junio. Incluso se utilizó una herramienta especial para arreglar la tierra en la siembra, con la denominación de Barqueta, de unos 80 cm de tamaño, de forma semicircular, que se introducía por debajo del caballón, llevando cortantes en todos los extremos para ir segando las hierbas y deshaciendo los terrones de tierra. 

Allá llegaba la cuadrilla de labradores, mujeres y hombres, generalmente todos miembros de la misma familia cuando ya era el momento de recogerlos, dispuestos a tirar fuerte de las matas para arrancarlas enteras. Matas que se colocarían a continuación en los márgenes del campo hasta que se secaran, un día o dos. Luego a casa del labrador donde se habían dispuesto sillas,  a distancia que les permitiera el tablón, que se colocaba de una a otra  y que se mantenía sobre ellas gracias a unas calabazas o unos troncos en los extremos de los citados tablones.

En un lado del tablero las matas hacinadas, y las mujeres cogiendo un puñado las golpeaban sobre él, haciendo que a un lado cayera el fruto y al otro iban tirando las matas vacías. Pero como todo vale, estas servirían para alimento de los burros.

Venta de cacahuete en una calle de Valencia

El fruto todavía húmedo se trasladaba al lugar para su completo secado, que servía el mismo que para el arroz o para el trigo.

El último proceso era la vuelta a casa del labrador. Se colocaba en capazos para arrojarlo desde arriba de la cabeza hasta el suelo y que desprendiera el barro que cubría el fruto.

Poco quedaba ya para su venta, que portando los capazos de cacahuete en artilugios con ruedas llegaban al mercado o a las calles de Valencia. 

Muchos de esos cacahuetes se molían,  y con la harina resultante mezclada con la del trigo se hacían ricas galletas y pan. 

¿Saben ustedes que el cacahuete tiene que “cantar” para saber si está preparado para su uso? Solo tienen que agitarlo.

Texto de Amparo Zalve Polo

1 comentario:

  1. Muy buena explicación. Si hay algo que aún queda de nuestras tradiciones vivo y en aumento es l'esmorzaret que yo practico con regularidad. Y si hay algo que va íntimamente unido a l'esmorzaret es el cacahuete del collaret. Larga vida al cacahuete, a todos vosotros por vuestra labor de investigación, y especialmente a ti Amparo.

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