Blasco dio sus primeros pasos infantiles al rebufo de "la Gloriosa", años aquellos entre 1869 y 1873 en constantes "estado de sitio", cuyas jornadas revolucionarias, entre tiros y bombas, que, seguramente, ya desde muy niño, al estar dotado de una gran imaginación, iban a influir en su persona cual forja de un rebelde.
La proximidad al mercado, con sus vecinas tiendas de coloniales y ultramarinos, iba a acercarle aún más al pueblo en la lucha por sus ideales.
Sin embargo, fue en la plaza de San Gil, en el entresuelo de sus padres, cuando surgió su vena literaria, durante sus años de bachillerato, donde auxiliado por la luz de una vela fijada al cuello de una botella, y con la mirada puesta en el negro sobre blanco, pluma en ristre, construyó su primera novela "El poder de una voz", con un único ejemplar: su manuscrito. Una narrativa que tuvo su continuidad en sus imaginarios cuentos, tanto en valenciano como en castellano.
Con dieciséis años se lanzó a la aventura de su fuga al Madrid ilustrado con la firme decisión de contactar con las mejores plumas, con su vuelta al cobijo familiar una vez su madre dio con su paradero.
Años de juventud que por su afán por la escritura, cuyas cuartillas pluma en ristre devoraba en incansable dedicación, no fueron más que el vehículo con el que alcanzaría fama universal.
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