Las continuas protestas vecinales por la contaminación y ruido de ciertos talleres con maquinarias mecánicas de movimiento a vapor en el interior de la ciudad, hizo que Juan Pampló buscara un espacio grande y cercano donde instalar su fábrica de tejidos de seda, haciendo de ella una de las más grandes e importantes de España.
Un negocio que comenzó en un taller tradicional en 1832, en la céntrica calle intramuros de San Vicente, cuya parte trasera recaía a la plaza de la Pelota, donde se despachaba al por mayor y al por menor.
A partir de
1871, año en que se instauró la fábrica en la entrada a Burjasot, el local
inicial ya solo vendía los exquisitos productos de su fábrica.
El dueño murió y el negocio lo continuaron su esposa y unos de sus hijos que se quedaron al mando de la fábrica, dos de ellos regentaron la tienda de la calle San Vicente.
En 1889, uno de los hermanos, Estanislao, montó un café en la parte trasera de la tienda, la recayente a la plaza de la Pelota, y le puso por nombre El León de Oro. Era un elegante café, con una decoración exclusiva y de buen gusto, con importantes obras de arte en sus estancias, como las del pintor del momento Ignacio Pinazo.
Pasado un tiempo, se produjo un primer traspaso y después en 1907, un segundo, a un antiguo encargado conjuntamente con dos empleados, de ahí que en el anuncio publicitario de la fotografía se lea Ros, Vidal y Escrich, aunque se respetó el nombre del precursor.
Posteriormente
fue de traspaso en traspaso, que como dato curioso, uno fue al propietario de
los entonces almacenes La Isla de Cuba, para la cual Casa Pampló había
suministrado género durante muchos años.
Texto de Amparo Zalve Polo
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