viernes, 25 de marzo de 2022

SAN ANTONIO. IGLESIA PARROQUIAL DE SAN ANTONIO ABAD

 IGLESIAS, CONVENTOS Y MONASTERIOS DE VALÈNCIA 

Al final de la calle de Sagunto, en el nº 188 con puerta a la calle está la Iglesia de San Antonio Abad rodeada por todas partes por las instalaciones del colegio de los Salesianos, patio deportivo, aulas, etc.

Aspecto de la calle de Sagunto a principios del siglo XX. Frente a la Iglesia se ve bastante gente y un puesto de porrat, para celebrar el día del santo titular. 

Calle Sagunto, ca 1900. Autor desconocido, Remember-València, pg 1383.

En esta foto que debe corresponder con los años veinte del pasado siglo podemos ver mucha gente y sobre todo muchos tenderetes inmaculadamente blancos, como manda la tradición, llenos de frutos secos correspondientes al porrat. 

Vista del Porrat de la fiesta de San Antonio ca. 1920. Autor desconocido. Remember-València, pg 87 (III).

La actual iglesia procede de una iglesia que se construyó entre 1476 y 1492 para el Convento de los Antonianos, entre 1756 y 1768 se reforma el edificio, pero en 1787 Pío VI suprime la Orden, Carlos IV la expulsa de España y el edificio queda abandonado hasta que en 1805 los Padres Dominicos de San Onofre lo compran, lo abandonan en 1835. Sufre un derrumbe parcial en 1863. En 1889 el arzobispado lo vende a la Congregación Salesiana, que adapta el convento para escuelas de niños. Sirve de almacén durante la Guerra Civil y regresan los Salesianos con lo que la Escuela ha seguido con su labor de enseñanza hasta hoy. 

Portada de San Antonio Abad, foto E. Goñi, noviembre 2019.

Para su visita recomiendo que se haga precisamente durante la mañana del día de la fiesta de San Antonio Abad, el 17 de enero, podréis disfrutar del Porrat, si todavía se celebra, y sobre todo de la cantidad y variedad de animales de todo tipo que se llevan a bendecir. 

Vista del campanario y cúpula desde el patio del colegio, foto E. Goñi - 2019.

Para acudir allí además de la bici, las líneas nº 6, 16, 26 89 y 90 de EMT son las adecuadas. 

Texto de Enrique Goñi Igual

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