jueves, 31 de marzo de 2022

EL GRAN CASINO DE LA EXPOSICIÓN REGIONAL VALENCIANA DE 1909

Recorrías las calles de la ciudad,  y en cada esquina, como aquel que dice, encontrabas el bonito cartel anunciador que el pintor Luis Beut había diseñado para el Gran Casino que estaba a punto de inaugurarse. Nada menos que se convirtieron en tres mil carteles anunciadores con bonitos colores. 

Una obra que según decían había tenido un coste de 154.504 pesetas. 

Llegamos dos días posteriores a la noche de San Juan, la pena fue que no pudiéramos adquirir entradas, pues ya nos avisaron que si no queríamos sufrir de colas no fuéramos. Y menos mal, porque a las diez de la noche ya se habían vendido las 20.000 entradas, reponiendo talonario de 10.000 más que se vendieron enseguida, quedando fuera más gente de la que había podido entrar. Una verbena al estilo de las madrileñas, sino más.

Fachada principal

Después de atravesar el río por la bonita pasarela que se había construido para la ocasión, a unos pocos metros pasamos por la entrada que nos introducía al tremendo recinto de la Exposición. Un gran paseo central expandía como un abanico las elegantes construcciones que albergaba aquel espacio, donde desfilaban en multitud personas alternado con carruajes y coches novedosos. 

Era una exposición a la que mejor sería visitarla en varios días, optando por ello en que fuera este día el que íbamos a dedicar al Gran Casino . Y lo cierto es que no tuvimos que caminar apenas para llegar hasta él, ya que junto a la Gran Pista se situaba a la derecha de la entrada. 

Nos sorprendió la gran mole de cinco fachadas. Un precioso edificio de estilo Renacimiento francés, con amplios ventanales en las fachadas que no recaían a la Gran Pista, porque aquí lo que habían eran galerías. Se veían dos terrazas, una que estaba en la parte más baja y donde nos dijeron que estaba el café, y a dos metros sobre el suelo. Sobre ella había otra. 

Llegado el momento de entrar, que lo hicimos por la entrada principal, atravesamos dos cúpulas de remate y un gran balcón que daba luz a la sala de lectura.

Nos recibió un gran vestíbulo en el que estaban las oficinas. Al fondo llegamos a las salas de recreo en la que se hacían las reuniones. Pero una gran puerta por la que nos asomamos, nos dejó boquiabiertos al descubrir un enorme salón perfectamente decorado, de forma ovalada y con tres puertas para poder entrar, además de por la que lo estábamos haciendo. Era el Gran Salón de Baile. Complementaba su grandeza la altura de su techo, el cual medía veinte metros, decorados hasta llegar arriba con dorados sobre fondo blanco, y coronado por una gran cúpula que aportaba la luz cenital. Tres bonitos ventanales con preciosas vidrieras multicolor le daban elegancia a las paredes. La luz interior se la daba cuatro lámparas con veinticinco luces cada una. 

En una de las paredes nos llamó la atención unas fotos iluminadas con unas señoritas vestidas de valencianas y a cual más bella. Y es porque eran las seis finalistas elegidas para el Concurso de Belleza valenciana, en el que se podían inscribir lo mismo la hija de un marqués, que la de la hija de la huerta, porque las tres únicas condiciones eran de tener entre 15 y 25 años, ser valenciana, y no ser de belleza profesional. El público al entrar adquiría el derecho a votar , tan solo había que contemplar las fotos de aquellas bellezas a gran tamaño, de 150 x 140 cm. Pues, se presentaron ochenta y tres jóvenes, de las que las seis que estábamos viendo que habían llegado a la final, llegando a quedar solo una, que recibiría el premio de 5.000 pesetas y el honor de ser presentada al rey de España, o sea, Alfonso XIII, en el día previsto de su visita a la Exposición .

Se podía tomar asiento en una bonita sillería blanca tapizada en crema y granate de estilo Imperio y Luis XV, al igual que el resto del mobiliario, que estaban junto a dos grandes jardineras. 

Una gran escalera había partiendo del vestíbulo, adornada con plantas de interior para cada escalón, que nos llevaron al primer piso. Allí estaba el restaurante, donde sus grandes balcones dejaban ver las elegantes marquesinas de cristal de las galerías. 

Y al final de los salones del primer piso había de nuevo otra escalera que nos llevó a otro vestíbulo y frente a nosotros el Salón de Actos. 

No nos fuimos sin antes visitar la cubierta donde se encontraban los palomares de la Exposición, cuya idea de su instalación surgió de “La Paloma Mensajera”, la Real Sociedad Colombófila de Valencia, en la que se hacían demostraciones de despacho de mensajes a larga distancia. 

Salón de baile

Y después de esta visita en el tiempo, tan solo queda por decir un pequeño detalle de este Gran Casino en la Exposición Regional Valenciana de 1909. Que de no ser derribado fue uno de los edificios que por propuesta popular se quería mantener para incluirlo en el “Parque Valencia”, junto a otros de la Exposición. 

En los doscientos treinta y tres días que estuvo abierta esta exposición se celebraron en el Gran Casino cuarenta y cinco fiestas, la mayoría bailes y cotillones.

Texto de Amparo Zalve Polo

1 comentario:

  1. Hoy llevando a mis hijos a la escuela infantil bilingüe Superfriends he pasado por ahí y me he acordado del casino, ya que mi abuelo me ha contado muchas cosas sobre este lugar

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