miércoles, 23 de marzo de 2022

A TRAVÉS DE LA PUERTA DE SERRANOS

1890 - Archivo José Huguet

Era la manera de entrar a la ciudad. Llegaban con los carros repletos desde las huertas de alrededor o quizás de más lejos, dejando atrás los caminos polvorientos y sorteando las inclemencias meteorológicas que les traía desde la comarca de los Serranos, donde allí se unían dos caminos reales, como el de Zaragoza o Barcelona, teniendo que atravesar el vano de una puerta de dimensiones considerables.

Era la Edad Media, y como era común, cuando se atravesaba la muralla sabían que tenían que pagar un impuesto para mantener los feudos, algo que venía muy bien a la hora de recaudar ya que se habían convertido en las puertas que más viajeros pasaban. Un buen punto de cobro para las mercancías que entraban y salían de la ciudad.

Los “derechos de puertas“ que así se llamaban en los que se cobraba por penetrar por las puertas de las murallas, pagando una cantidad según la procedencia y los bienes que portaban pasaron a convertirse más tarde en Fielatos, palabra derivada del fiel o aguja de la balanza que se usaba para el pesaje, que surgieron en el siglo XIX y que estuvieron hasta los años sesenta del siglo pasado .

¿Hay algo que declarar? - “Dos huevos nada más”.

Evitar el cobro en el fielato hacía agudizar el ingenio, surgiendo los estraperlistas y los matuteros, que de ambos sexos eran, aunque las matuteras parece ser que eran más entregadas a la argucia.

Pronto obtuvieron denominaciones populares. Los matuteros eran los andarines, carreros, embaucadores, o caballistas. Ellas, las matuteras, eran las amas secas, corredoras, barbianas, o empetadas.

Los dobles fondos en las carretas. Fingir un embarazo para pasar género a través de cinturones con dobles pespuntes. Mezclar el sebo del jabón con resina. Al café, hasta completar el kilo, se le añadía sucedáneo. 

¡De la leche no hablemos! Pronto se le añadía al gran caldero de 20 litros, 10 de leche y 10 de agua, Terminando con una copla picaresca del momento: 

"Una señora muy gorda

por el fielato pasó,

con un sombrero muy grande

y el Guarda la sorprendió:

“ Oiga usted, buena señora,

haga el favor de venir,

que nuestro jefe la llama

y algo le querrá decir”.

Al registrarle el sombrero

tres jamones le encontró

treinta docenas de huevos,

y seis kilos de salchichón."

Texto de Amparo Zalve Polo

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