En el segundo escalón tras la puerta, los fieles devotos de la Virgen se arrodillan para que a través de dos pequeñas ventanas enrejadas poder ver su imagen iluminada cuando la basílica está cerrada.
Las humildes puertas de madera de la fachada entre la Basílica y la Catedral fueron reemplazadas por una donación del escultor Octavio Vicent poco antes de su fallecimiento (1999) y más tarde, en 2005, el mismo fundidor de los bronces, Ismael García las colocó.
Se trata de dos puertas de madera noble que engarzan ocho bronces sobre el origen de la advocación de la Virgen de los Desamparados, con un tamaño de cinco metros de altura y 1100 kilos de peso.
La escena del
primer bajorrelieve trata de la fiesta dedicada a la patrona, mostrando la
procesión del gran día con su acompañamiento de la iglesia y el gobierno de la
ciudad.
A su lado y de arriba hacia abajo, un niño es izado ante la patrona, y junto a él otros a la espera para hacerlo, siguiendo la tradición, reclamando protección.
La escena del
tercero se desarrolla en Morella con la aprobación del papa Benedicto XIII para
la fundación de la Cofradía de la Virgen en 1414. Va acompañado del rey de
Aragón, Fernando de Antequera y de San Vicente Ferrer.
El cuarto
panel representa una escena muy habitual en la ciudad de aquellos tiempos.
Niños que ante un demente la emprendían a piedras, y aquí aparecía el Padre
Jofré para remediarlo.
Llegados al
quinto la Cofradía de la Virgen visita a los reos condenados a muerte para
darles asistencia espiritual.
En el sexto
vemos el Hospital de Locos también con asistencia de los cofrades.
Un séptimo que representa la más antigua imagen de la Virgen, de forma yacente, con el dorso plano, con el fin de acompañar las cajas de dar sepultura a los ajusticiados poniéndola sobre ellos.
Y el octavo y último bajorrelieve con la bonita leyenda de la factura de la imagen de la Virgen por unos ángeles haciéndose pasar por peregrinos.
Texto de Amparo Zalve Polo
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