martes, 22 de febrero de 2022

ALAMEDA DE VALENCIA A PRINCIPIOS DE 1900

 

Por referencia a las fotografías de esta entrada me refiero a los primeros años del siglo XX, al inicio de la primera década de siglo, en una Valencia carente de grandes espacios despejados en el centro y que andaba deseosa de liberarse de las limitaciones que durante siglos le había impuesto su recinto amurallado. Solo podía competir en tal sentido con la Alameda la Glorieta que estaba al otro lado.

En estos momentos era lugar de encuentro, distracción y exhibición de las clases acomodadas, considerándose una de las más nobles áreas de acceso de la ciudad, comunicada por dos puentes, el del Real y el del Mar, aunque próximo estaba el de Serranos con su puerta.


La burguesía valenciana competía por mostrar al público sus lujosas berlinas haciendo ostentación de las nuevas adquisiciones, todo cuanto pudiera causar sorpresa y admiración.

El largo banco del pretil del río hacía disfrutar del descanso con el sol invernal.

Una bulliciosa Alameda donde las elegantes berlinas se entrecruzaban con los carros que atravesaban el puente del Mar cuando entraban a la ciudad al venir del puerto y de los poblados, acompañados en muchos momentos del tranvía de sangre, porque al puente aún tardarían años en ponerle escalinatas.


Desde lejos ya se distinguía la torre del Castillo Ripalda. De extremo a extremo sorprendía el sonido del agua de las fuentes de las Cuatro Estaciones y la de los Cuatro Elementos. Esta última hacía ya veinte años que la se había instalado aquí después de estar decorando la Plaza del Mercado, aprovechando la Feria de julio de ese año .

Diversos elementos, como estatuas, pequeños estanques, grandes árboles, recintos de flores bien cuidadas y otras fuentes decorativas,  a parte de las dos anteriores, convertían el Paseo de la Alameda en un lugar privilegiado para la distracción fuera de las murallas de la ciudad. Junto a la diosa Flora una pérgola con enredaderas de glicinas protegían del sol para el descanso del que huyera de él, así como otra vistosa y pequeña fuente, la de los somormujos. 

Algunos desde el pretil se asomaban para ver la otra parte del río, la recayente a la ciudad, y entre la chimenea de la fábrica de gas del Marqués de Campo, se dejaba entrever la amplia zona ajardinada del Pla del Remei, aunque buena zona del ensanche se encontraba ya en obras y el proceso de modernización iba haciendo acopio de la ciudad.

Situando las fotografías en 1908, la sociedad valenciana ya podía también en estos momentos disfrutar de los conciertos en el Paseo porque hacía dos años que se procedió a su alumbrado.

Y siguiendo con esta fecha, para el próximo año se estaban ultimando los preparativos de la Exposición Regional de 1909 y estaba en obras una pasarela entre el Pla del Remei y la Alameda.

A finales de siglo este Paseo se convirtió en lugar privilegiado de residencia.

Texto de Amparo Zalve Polo

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