sábado, 29 de enero de 2022

SENTADOS EN LOS ESCALONES DE LA IGLESIA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

Archivo Municipal

Veníamos por la calle de las Danzas, pensamos que echarnos unas risas no estaría mal, y nos pusimos a bailar recordando aquel colegio en el que se daban clases de danza y también de dolçaina por el que había tomado nombre la calle. Más de una torcedura sufrieron nuestros pies, que aunque ya no guardaba cierto desnivel como antaño, sí que el empedrado introducía el borde de nuestros zapatos, aunque esto nos provocaba si cabe unas risas más. 

Al llegar a la plaza de la Compañía, nuestros extenuados cuerpos no vieron más alivio que los escalones de la iglesia y caímos rendidos en los primeros que encontramos a nuestro paso, los de la puerta de la izquierda, porque además permanecía cerrada, ya que para el uso solo se abría de las tres que hay, la del medio. 

Por unos instantes permanecimos los tres callados, tan solo nos apetecía mirar lo que desde allí veíamos y nuestra imaginación iba tras ello porque daba mucho de sí. No, no sólo mirábamos al frente y a los lados, sino que también mirábamos hacia arriba, porque a veces las mejores cosas se encuentran altas. 

Uno de los tres comentó: Si fuéramos tiempo atrás, al siglo XIV, ¿qué estaríamos oliendo ahora? Pensad en el aroma que desprende el esparto, la cuerda y las alpargatas enteras. Vendría de esa calle de enfrente, de la calle Cordellats. 

Había un escudo esquinero en piedra de la ciudad en el muro de la calle Cordellats con la plaza. Es el muro de la Lonja. Simplemente es un muro sin más transcendencia que el de la antigüedad, es la tapia del Patio de los Naranjos de la Lonja. Al escuchar la palabra naranjo, se esfumó rápido el aroma del esparto dando paso al del azahar . 

¿Escucháis sonido de agua? Viene del Patio de los Naranjos, de una fuente que se abastecía del pozo que había aquí al lado, en la calle de la Cenia, de ahí su nombre, pero tampoco está ya . 

Nos quedamos mirando porque nos llama la atención una placa en el muro, muy cercana al escudo anterior. Se conserva bien y fácilmente se puede leer. Un hecho histórico de gran relevancia aconteció en esta plaza un 23 de mayo del año 1808, cuando un vendedor de pajitas de azufre, el Palleter, alzó su voz declarando la guerra a Napoleón. 

Archivo Municipal

Tras el muro del Patio de Naranjos asoma parte de la Lonja con el maravilloso remate del Pabellón del Consulado unido a la Torre, que por cierto, una de las ventanas de las dos que posee esta torre se abre ante nuestros ojos, porque la otra recae a la Plaza del Mercado. Las elucubraciones se disparan inmediatamente pensando cómo se llegaría a la parte más alta de la torre, más que nada por si se trababa de una escalera de caracol, muy común en las construcciones de esa época.

Entre dudas, creemos que a un lado de su pared, y pegado a la sala de Contratación una forma cilíndrica albergaría en su interior la escalera de caracol . 

Con el atrevimiento de juventud, y aprovechando el paso de una mujer entrada en años, vestida de negro hasta los tobillos, con toca negra en la cabeza y una cesta en la mano de la que asoman varios panes, unas hojas de acelgas y otras hortalizas, pensamos que vive por aquí y que acaba de comprar en el mercado, por lo que sería sabedora de la cuestión que nos tiene inquietos, no ya porque lo sepa, sino por las veces que puede haber subido a la torre. Y a nuestra pregunta nos dice: 

Archivo Municipal

- Si os fijáis viendo la sexta y última ventana que tiene la escalera, detenidos allí en el escalón 79, aún os quedan unos cuantos para llegar a la cúpula que son en total 97. Y una vez llegáis, respiráis un poco para subir 45 más para alcanzar la parte mas alta de la torre. Fijaos en las dos ventanas que dejan pasar la luz en esa última subida -

Se despide de nosotros no sin antes decirnos que estábamos en la Plaza de les Panses, que bien ricas estaban las que se vendían en un antigua casa que había allí mismo. 

Hemos aprendido un poco más de lo que vemos, a un lado  y al otro, y hacia arriba donde siempre hay que mirar, pero ya que está abierta la iglesia entramos para ver un cuadro situado en una de las capillas que obedece a una leyenda. Se trata de un cuadro de la Virgen del famoso pintor valenciano Juan de Juanes por encargo de un jesuita, fruto de un sueño que tuvo en que se le apareció la Virgen y le encargó ser pintada tal y como él la veía.

Texto de Amparo Zalve Polo

1 comentario:

  1. Ya en 1599 la calla Danzas así se llamaba, el Padre Tosca así la llamó, aunque según Orellana se verdadero nombre fué CALLE DE LOS DANZAS, aludiendo a los miembros una destacada familia que allí tenia su casa.

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