lunes, 31 de enero de 2022

JERÓNIMO VICH, UN ILUSTRE PESONAJE

Más conocido por los valencianos como el Embajador Vich, tuvo sus pasos en una carrera donde la guerra y la política significaron su horizonte.

Embajador en Roma del rey Fernando el Católico entre 1507 y 1521 en un tiempo en el que su cometido era con seguridad el más importante de Occidente, dado el beneplácito entre el papado y la monarquía española, a lo que se sumaban las guerras de la época entre Francia y España, en las que el Vaticano jugaba un papel de primer orden.

Pero veamos el origen de tan ilustre apellido: se cree que los Vich fueron originarios de Castelló d’Ampuries cuya nobleza acompañó a Jaime I durante la reconquista, extremo éste que no está documentado.

Sin embargo, con la aparición de una nueva nobleza a finales del siglo XIV, ligada con el Duque de Gandía primero y a las órdenes de los Trastámara después, los Vich fueron encontrando su puesto en el viejo reino.

Guillem de Vich participa en Cerdeña a la órdenes de Alfonso el Magnánimo y mediados del siglo XV sería elegido Jurado de Valencia y Mestre Racional más tarde, en un cargo que recaería sobre su hijo LLuís.

Y de los hijos de éste último, tenemos a Guillem Ramón Vich, canónigo de Catedral de Valencia en 1485 y años después Cardenal, y a su hermano, nuestro protagonista, Jerónimo Vich, el embajador, que a su vuelta de Roma se hizo construir un palacio renacentista muy próximo al Convento de San Francisco, cuyo testimonio lo podemos disfrutar reconstruido en el interior del Museo de Bellas Artes. 

Al igual que en una calle con su nombre, la del Embajador Vich, en un trazado urbano que se corresponde con el mismo lugar que ocupaba el palacio antes de su demolición, cuando finalizaba el año 1859.

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