sábado, 4 de diciembre de 2021

SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, LA ENSEÑANZA EN EL XVI

 

Archivo Municipal

Durante doscientos doce años Santo Tomás de Villanueva, quien fuera arzobispo de Valencia en 1544, estuvo sobre las baranda del Puente de San José, y tras una estancia de treinta y nueve años en el Museo de Bellas Artes, en 1945 el fraile agustino pasaría a decorar el puente de la Trinidad, donde en la actualidad permanece frente a San Luis Beltrán. 

Pero fue en 1550 cuando fundó en Valencia el Colegio de la Presentación o Santo Tomás de Villanueva en la calle de las Barcas, el que sería Colegio más importante de la ciudad, en la actualidad del Pintor Sorolla, con el objetivo de procurar una buena formación para los destinados al sacerdocio.

Años aquellos desde el XVI, que como decía el historiador dominico padre Teixidor, "era altamente embelesador contemplar en aquellos siglos, tachados de retrógrados y oscurantistas, la santa emulación, el noble altruismo, como hoy se dice, que predominaba especialmente entre el clero y las comunidades religiosas, en fundar colegios de enseñanza para los pobres, facilitando los medios necesarios para su instrucción, hospedaje, vestido y comida, parta proporcionarles un término brillante en la carrera de sus estudios".

Junto a otras instituciones como el colegio de San Pablo fundado en 1552 por el jesuita Jerónimo Doménech, el colegio de San Jorge junto a la calle Barcelonina de 1596. Como también en 1586, año de la primera piedra para el colegio del Corpus Christi del beato Juan de Ribera, diez años antes que las religiosas agustinas fundaran el Colegio de San Fulgencio de la calle Ruzafa intramuros. 

O el secular de Na Monforta de la Asunción, en 1565, frente al Colegio de nuestro Arzobispo Villanueva en la misma calle.

Con el siguiente siglo, en 1683, sería el Colegio de San Pío V del Arzobispo fray Tomás de Rocaberti, su fundador; y al siguiente, en 1737 se facultaría para el escolapio de la calle Colomer, titulado San Joaquín, que el Arzobispo Mayoral ensanchó a su expensas, y lo dotó con becas como Colegio Andresiano. O el más modesto de San Pedro Nolasco de la barriada de la calle Sagunto. 

Tomás de Villanueva, fraile agustino muy ligado al Convento de Socós, donde pernoctó la noche de su llegada a Valencia como nuevo Arzobispo en una costumbre que ha perdurado en el tiempo, donde se levantó una estatua de mármol en su recuerdo que hoy podemos contemplar en el interior del Palacio Arzobispal, todo un ejemplo de buen hacer en favor de la enseñanza.

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