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domingo, 28 de noviembre de 2021

LO QUE SUS OJOS VEN

El joven que estaba estudiando en la Escuela de Artesanos de Valencia entre 1876 y 1879, cuando tenía de 13 a 16 años, haciendo copias de otros dibujos, preparándose allí para las siguientes etapas pictóricas en la Escuela de Bellas Artes y después en el pensionado de pintura de Roma de la Diputación de Valencia en 1884

Un joven Sorolla que pronto supo que cuando las cosas llegan a nuestros ojos no llegan de forma definida, sino alteradas por el ambiente y la luz que las envuelve.

Estableció su residencia en Madrid, aunque los veranos volvía a su tierra para pasarlos con su familia con la que disfrutaba junto a la orilla de la playa de la Malvarrosa, sirviéndose de ellos como inspiración de muchas de sus obras. Disfrutaba tanto de ello, que a diferencia de otros de sus cuadros, estos debían de permanecer en su casa, no separándose de su Mediterráneo que plasmó de manera irrepetible. 

Imaginemos a  Sorolla a pie de playa durante horas, siempre vestido de forma elegante, de traje y sombrero. Un enorme caballete de campaña que clavaba en la arena y sujeto con piedras, la mayoría de veces se llevaba un  enorme lienzo, protegiéndose del sol con sombrillas y paravientos a pocos metros de la orilla. 

Aún sin terminar su formación, con la edad de diecisiete años, uno de sus primeros cuadros fue “Marina”. Buscaba su estilo con esta pintura, sabía que su predilección era su mar Mediterráneo. Es un lienzo de tonos grises, ocres y azules, de atmósfera tranquila y melancólica. Muy lejano todavía de los imponentes lienzos con el predominio del blanco y colores brillantes que caracterizan su obra. 

Amigo suyo, Vicente Blasco Ibañez, aseguraba de él: “Valeroso soldado de la pintura que como si fuera una salamandra, se pasa el día entero entre la arena que vomita llamas”. 

De la primera época de sus pinturas en la Malvarrosa, antes de 1906, podría destacar:

"Cosiendo la vela" de 1896, la gran tela de la vela de un velero ocupa la mayor parte del cuadro.  Figuras de mujeres jóvenes de pie que se ocupan de sus remiendos y otra sentada. Un hombre con sombrero les ayuda a desenmarañar la tela, y otro de mayor edad al fondo que examina el trabajo. Todo ello cargado de luz que atraviesa las flores y hojas de una enredadera.

"Comida en la barca" 1898, exalta la dura labor de los pescadores en el momento de reposo, al comer en la barca. Están compartiendo un cuenco de comida común. Antepone el color al dibujo, mostrando las figuras empastadas. 

"Triste herencia" 1899, la polio había estado azotando la región durante esos años y quiso hacer un alto para retratar un grupo de niños a los que les iba bien los baños de mar, bajo la supervisión de un monje. Nunca volvió a pintar un tema tan real y controvertido. 

"Sol de la tarde" 1903. muestra la bravura del Mediterráneo y los brillantes reflejos de la luz del poniente. Estamos ante una imponente vela que absorbe la luz del crepúsculo y que la proyecta. La fuerza de los bueyes en la reciedumbre de la pesca del bou.

"Verano" 1904, la iluminación del atardecer en el mar es lo que inunda la escena, creando sombras coloreadas en las telas blancas de las ropas de los niños. Una madre sujeta al más pequeño que se tapa los ojos del reflejo del sol. Los demás se ayudan de las manos. 

Algo más tardío, de 1908, es un cuadro que no puedo dejar de poner, ya que es el que siempre me ha llamado la atención personalmente: 

"Idilio en el mar", con él ensayó el desnudo del niño en el agua. Muestra la afectuosa relación entre ambos muchachos iniciando la pubertad. Su vista de la imagen desde arriba, con pinceladas largas y ondulantes indicando el movimiento del mar, con pintura muy diluida, incluso dejando ver la trama del lienzo para sugerir que el agua casi no cubre la superficie de la arena, dejando los tonos más empastados para los cuerpos y darles brillo. 

Para Sorolla el Mediterráneo se compone de pinceladas horizontales con reflejos violetas, azules, e incluso los ocres de la arena. Expresaba con gestos rápidos la fugacidad de los niños en la playa.

Texto de Amparo Zalve Polo

1 comentario:

  1. Gracias Amparo; guardo la historia para releer. Y felecito con nuestro amigo Julio :)

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