Concha Espert y Amparo y Ana Martí.- 1980.- Archivo Familiar
José Miralles Espert y su esposa Ana Martí gestionan el horno Valencia, en el número 55 de la calle Sueca del barrio de Ruzafa.
Es famoso por sus variados panes: rústicos, de diversos cereales, con olivas, con nueces, queso,…hasta veinte variedades. Pero también por siete clases de apetitosas empanadillas, coca de verduras, coca de San Juan hecha con la receta alicantina, rosquilletas, pastissets de boniato y de calabaza, y muchos más productos preparados en el obrador donde el entusiasta José Miralles disfruta con su profesión en la que está ayudado por varios familiares y empleados. En el año 2017 el Gremio de Maestros Horneros y Pasteleros le concedió la medalla de oro al pundonor profesional.
Entusiasmo del que también hace gala Ana quien entró a trabajar en 1980, cuando ya conocía al compañero de clase que sería su marido, y se encarga de la venta con ayuda de dependientas.
Tienen una sucursal en el número 73 de la calle Cuba para poder atender a su numerosa clientela de la zona oeste del barrio de Ruzafa y evitarles que se tengan que desplazara la central.
Concha Espert.- Años ochenta.- Archivo Familiar
Oficialmente es un horno casi nonagenario, de 1932 y en un edificio que el catastro puso como registrado seis años después, pero me dice Ana, mientras posa con un pan rústico gigante, “de categoria”, que es continuador de otro de principios del siglo veinte.
En 1969 sus suegros, José Miralles Grau y Concha Espert, dejaron el horno que tenían en Yátova, en la Hoya de Buñol, y se lo quedaron en traspaso.
Ana mostrando un pan “de categoría”.- 2021.- Esteban Gonzalo
En el obrador hay un enorme horno de leña, muy apto para cuando las mujeres del barrio acostumbraban llevar cazuelas de arroz, el popular y sabroso “arròspassejat”, bandejas con boniatos, muchos en los años cuarenta, cebollas y pimientos, y en las vísperas de Navidad, principalmente tortas de pasas y nueces y pastissets de moniato, y para Pascua, panquemaos y monas con huevo duro. Capacidad que actualmente le permite tener una máquina para meter y sacar los productos del horno a diferentes alturas. Aunque para emergencias, al lado la pala de madera de más de tres metros de longitud.
Como es habitual en los relevos generacionales, cuando José y Ana quedaron como gestionadores le imprimieron nueva vitalidad, con aplicación de tecnología y más variedad de productos. Siempre pensando en cómo seguir mejorando.
Fachada actual.- 2021.- Esteban Gonzalo
Para la venta al público y el suministro a importantes clientes de hostelería y restauración, las tareas en el obrador comienzan a mitad noche y culminan a las siete de la mañana.
La incansable Ana, con vitalidad y positividad dignos de admiración, está atendiendo la venta entre las diez de la mañana y las ocho de la tarde, pero me dice que antes deja hecha la comida para su Familia.
Año 2017.- José Miralles (con la medalla de oro), su mujer Ana Martí y su hija Belén.- A los lados: Juanjo Rausell, Presidente del Gremio de Horneros y Pasteleros y su mujer Nieves Rubio.- Archivo familiar.
Sin embargo, manifiesta su preocupación por la continuidad familiar en el negocio, ya que sus hijas han tomado otros caminos laborales, aunque quien sable si su nieto es un futuro hornero. Ocurre con frecuencia, tanto en comercios como en artesanos, el paso directo de abuelos a nietos, mientras que en otros los empleados se constituyen en sociedad limitada o cooperativa, solución que su marido piensa que harán.
La personalidad de Ana y su marido la han destacado importantes medios de comunicación, como recientemente Valencia Plaza.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
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