No podemos ponerle fecha, pero por deducciones de las escasas fuentes que hablan de ella, y algo de imaginación, quizás podemos centrar en el tiempo esta histórica casa y los que moraban en ella para armonizar la vida de la ciudad.
Nos desplazamos al año 1429, cuando la calle del Miguelete se llamaba carrer del Campanar Nou. Hasta que en breve cambiara a carrer del Rellotge. Habían finalizado las obras de la torre, habiendo que recordar que hubo un acuerdo hacía ya unos años, en 1418, cuando se pensó que el reloj a unas cuantas manzanas de la Catedral no se podía escuchar desde cualquier punto de la ciudad, un reloj que ahora ya estaba viejo, en la última sala del concejo de la Casa de la Ciudad, y que aquellos dos hombres exhaustos daban su vida por repicar dia y noche de manera manual la campana para las horas. Un día de hace esos 11 años atrás firmaron el acuerdo el Obispo, el Cabildo de la Catedral, y los Jurados (Racional y obreros de Muros y Fosos), para que hubiera un reloj en condiciones, pudiéndose escuchar a cualquier distancia.
La torre del Miguelete era el lugar idóneo para el nuevo reloj con ruedas de sonería. Pero había que ajustarse a las condiciones de aquel remoto acuerdo.
Las horas se tocaban por dos personas comenzando a sonar al medio día y a media noche, de doce en doce horas y desde fuera del campanario, de ahí que se tuviera que facilitar una casa como vivienda del relojero, cuyo salario se pagaría de los fondos de la ciudad y no de los obreros de Muros y Fosos.
El reloj tardó en instalarse, y por tanto "la Casa del Relojero" estaría en proceso de construcción o quizás fue muy poco antes de la inauguración del reloj.
Como las campanas estaban antes ocupando la torre, como pidiendo permiso el reloj se instaló ocupando un lugar fuera de la torre, pero sin desprenderse de ella fue a parar pegado a un lateral, a la altura del segundo piso del Micalet, de forma cúbica y con un tejadillo. Tenía gruesas saetas para ser bien visible. Se accedía desde la calle mediante unos hierros para accionarlo.
Al fin, en 1585, se puso en marcha, algo que duró hasta 1684, que fue sustituido por otro, debido al desgaste de las ruedas de sonería.
"La Casa del Relojero" comunicaba entonces a través de un portillo por el que cruzaba la calle y que parece que fue destrozado en el asedio de las tropas del mariscal Suchet durante la Guerra de la Independencia, llevándose por delante reloj y pasadizo. El pasadizo pasó página, el reloj se restauró. Quedó "la Casa del Relojero" de cuatro plantas, con la baja destinada a taller y las otras tres como vivienda.
El último relojero del reloj del Micalet fue Juan Bautista Carbonell, cuando se le quitó a la torre en los años sesenta, por decisión de Cabildo de la Catedral. Dicen que estaba en grave estado de deterioro, y como muchas veces ocurre es preferible quitar que restaurar. El señor Carbonell le dió el adiós definitivo y siguió con su tienda en la Bajada de San Francisco, y que como persona entendida en esto, creó su propia firma, poniendo a la venta un despertador que se vendió en cientos de hogares valencianos, el “Cudolet “.
Se podrán
escuchar otras versiones, pocas porque no existe documentación exacta, más
bien como he dicho al principio es algo que se deduce, y yo me quedo con esta.
Texto de Amparo Zalve Polo
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