1901 - El asalto a la isla de Cuba volvía repetirse tres años
después, pero en esta ocasión en la plaza de la Reina de Valencia, durante la madrugada del
18 de enero de 1901, cuando la seguridad en la zona era nula, una vez hubieron abandonado
sus puestos los serenos y vigilantes, quedando las casas a merced de los más
osados en el punto más céntrico de la ciudad.
Unos robos recientes en una sastrería de la calle de la Paz, en la casa del vizconde de San Germán y en la platería de la señora viuda de Carda, todos cometidos antes de amanecer, hablaban por sí solos del desamparo existente entre los comercios de la zona.
La Isla de Cuba ofrecía sus productos
en el edificio del arquitecto Lucas García Cardona. Mientras que su planta baja cumplía como
tienda y almacén de telas para trajes de señora y caballero y confección, en su
entresuelo la especialidad de la casa eran los "Mantones de Manila".
La familia Campoy, sus dueños, habitaban en el edificio y se
enteraron del robo cuando la portera abrió el portal a las 6.30 de la madrugada.
El objetivo de los ladrones no era otro que los productos más
codiciados. Dada su fama y tras la instrucción de las primeras diligencias por el juez del Distrito del Mar, D. Francisco Alcalde, y con su recuento, el
número de mantones de Manila sustraídos había alcanzado el de treinta y siete unidades, con un valor de unas 20.000 pts. Uno de ellos 3.500 pts. el de más
valor.
El Juez prestó declaración a todos los dependendientes de la casa, a los serenos y vigilantes, a la portera y a un aprendiz del comercio de d. Rafael Conejos, quien a las 6.45 al pasar por la calle de la Paz, vio descolgarse del entresuelo de “La Isla de Cuba” a un hombre con blusa y boina.
Y hasta el Gobernador Civil, sr. Diaz Merry, estuvo personalmente con d. Juan Campoy requiriendo información por la importancia del robo.
La Isla de
Cuba, como la de ultramar, había sido vejada.
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