1919 - De cuando a raíz de vestirse de largo Sara San Millán se celebró una fiesta en el palacio de la plaza de San Lorenzo. Eso deberemos a los marqueses de Benicarló y sus hijos Sara y Willie, ante la posibilidad de conocer el interior de tan suntuoso palacio aprovechando la celebración de una fiesta que habría que retrotraerse por muchos años para saber de otra mejor.
Aquel día (no se corresponde con el de la foto) la tranquila plaza de San Lorenzo se vio alterada en la noche ante el numeroso público que deseaba presenciar a los invitados, los más selectos de la sociedad valenciana del primer tercio del siglo XX. La Guardia Municipal montada trataba de dejar paso libre a los coches que se adentraban por el zaguán del Palacio de Benicarló.
Nos habla el cronista “de su espléndida escalera; del hall, de un gusto exquisito, con muebles de estilo español; del salón de estilo Imperio, tapizado de damasco crema, donde, sobre cuyas consolas y centros hay una valiosa colección de porcelanas; del salón de baile, estilo Luis XV con el techo pintado por el eximio artista Pinazo; de sus antesalas; de la sala de billar, con tapicería de rojo damasco; del saloncillo japonés; del soberbio comedor, sobre cuyos aparadores refulge la plata de candelabros y bandejas; del amplio corredor que da acceso a los salones y en el que se guarda una rica colección histórica: vasos de Alcora, platos salidos de las alfarerías de Talavera y Manises, arcones de riquísima talla, bargueños de múltiples departamentos con incrustaciones de concha, arquillas valiosísimas, hierros que la forja y la antigüedad les dio valor y mérito.
Y entre las colecciones de arte existentes, basta citar los nombre de Rubens, Van-Eyck, Juan de Juanes, Mainó, Ribalta, Rioxano, Jacomart, Vicente López, Orrente, Zurbarán, Alonso Cano, Sorolla, Garneló, Juste, Ramirez, Agrasot, Pinazo que acreditan los diferentes cuadros, tablas y bustos.
Y el glamour de la noche, bajo la batuta de la marquesa de Benicarló, elegantísima, ataviada con una rica toilette de charmeusse marrón, y luciendo un soberbio collar de brillantes montados en platino.
Y aunque queda mucho que contar de los innumerables detalles que alberga su interior, nos detendremos en el buffet, que fue abierto toda la noche, instalado en el comedor de estilo Regencia, donde sobre las blancas mantelerías se ofrecía el rico yantar servido en bandejas de plata, y en vasos de cristal tallado los helados, como punch reparador, y decorando la mesa si no era poco lo ofrecido, centros de argenteria y cristal, las flores de la tierra.
La servidumbre, toda ella vestida de rojo, calzón corto y librea azul, colores de la casa.
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