martes, 15 de junio de 2021

ALQUERÍAS DE LA HUERTA VALENCIANA

 

1960 - Alquería de la Font

Se trata de pensar hacia atrás hasta llegar a ver la espectacular huerta de Valencia en la que no podían faltar entre sus terrenos las viviendas agrupadas si nos vamos al siglo XI, de origen árabe con importante difusión en la Taifa de Valencia, donde vivían familias de la agricultura y la ganadería. En menor cantidad, las que estaban aisladas, con una gran superficie de terreno para cultivar.

Justo estas aisladas, tras la conquista de Jaime I, iban siendo donadas a los nobles. Las grupales ya no se podría, pues formaban parte del municipio.

Es lo que iba conformando el paisaje rural valenciano. Pero su historia no acababa así, ya que llegado el siglo XIII, las que estaban situadas en los alrededores de las murallas de la ciudad, empezaron a fragmentarse, dejando muy claro el concepto de Alquería como una entidad con explotación agrícola, de 1 a 6 hectáreas que se autoabastece y sólo se comerciaba con los escasos excedentes.

Alquería del Pi

Bien entrado el XVII una minoría burguesa pensó en transformar el autoconsumo en producción, aumentando la expropiación. El labrador ya no sería dueño, sino trabajador, aunque su vivienda estaría allí, junto a la de los amos, que la usarían como casa de recreo en temporadas, sobre todo cuando llegaba el buen tiempo. De esta manera el paisaje rural anterior había cambiado, dando paso a grandes edificaciones y mayor huerta.

Y llegamos a finales del siglo XIX, más bien comienzos del XX, cuando la población de agricultores tuvo una gran mejora económica. Volvieron a ser amos, y el paisaje retomó de nuevo la imagen de unos siglos atrás. Pequeñas alquerías de propiedad familiar con vivienda propia.

Antes de continuar para saber cómo eran, hay que recordar algo tan importante como que en ellas se utilizaba la zona superior para la cría de gusanos de seda, desde el siglo XV hasta mediados de XIX.  Los viajeros que por aquí pasaban volvían con el recuerdo de unas tierras que rodeaban la ciudad amurallada con unos árboles frondosos y verdes, que se plantaban en los caminos junto a las acequias y hasta campos enteros de ellas, las moreras. Alimentación de esos lepidópteros que sufren varias transformaciones, hasta llegar a la obtención de tan preciada joya como es la seda,  y que Valencia fue una gran productora, hasta que llegó la decadencia de esta industria.

Las alquerías de la huerta tenían en el último piso andanas o desvanes, con estructuras de cañas y madera, donde criaban los gusanos, cuyos capullos de seda, o la seda hilada, eran vendidos para su comercialización. En algunas alquerías que quedan todavía se puede sospechar la utilización de la andana para estos menesteres, si nos fijamos en las pequeñas ventanas situadas casi a ras del tejado, aislando de la humedad y del frío de la tierra, a la vez que ventilaban la cámara y eliminaban las bolsas de aire cálido del verano.

Alquería del Moro

Al cese de la industria sedera volvió a cambiar el paisaje que acompañaba a la alquería y el aire se llenó de azahar.

Pues hagámonos una idea de cómo eran habitualmente:

Una construcción sólida con cubierta uniforme, o bien fraccionada, de teja árabe a dos aguas para los cuerpos principales, y para los adosados de un agua.

La mayoría de dos alturas, y hasta tres podrían tener si se usaban como almacenamiento o como ya he comentado, para la cría de los gusanos.

Una espaciosa entrada con su portal de medio punto, aunque tiempo después ya se hacían rectangulares.


En la primera crujía, a derecha e izquierda , los dormitorios, y en la segunda, la cocina, el comedor, la bodega, el acceso a las cuadras y la escalera.

Rodeaban la alquería graneros, aljibes, cuadras, un jardín cerrado, un camino de acceso, acequias y hasta en algunas una pequeña capilla.

En el corral un cobertizo para cobijar los carros y guardar los aperos de labranza, así como gallineros y conejeras.

Al principio tenían torres, que actuaban de elemento defensivo al provenir de los árabes, pero con el tiempo perdieron este concepto, para ser unicamente elemento señorial, como mirador, tomando el nombre de miramar.

Texto de Amparo Zalve Polo

2 comentarios:

  1. Amparo, Julio >> una hermosa historia para mí como forastero :) GRACIAS

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  2. Muchas gracias Ton, siempre tan amable. Un fuerte abrazo.

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