Llegaron los tres días de Pascua, tras los días de Semana Santa, y después del culto había que homenajear con festejos las festividades religiosas. En Valencia no solo serían tres, el día del Santo patrón, San Vicente Ferrer quedaba cerca, y le acompañaban los primeros días primaverales, por lo que las salidas al campo, al cauce del río, o a la playa se hacían más llevaderas.
Ya el Sábado de Gloria a primera hora de la mañana
acudimos a la Plaza de la Constitución a la espera de las campanas de la
Catedral anunciando la señal de la Resurrección. Los carros de los huertanos
emprenden una loca carrera desde las puertas de Serranos con tal de ser
primeros en llegar donde están "els Gloriosos" para recibir el trofeo de la Mona
después de pasearla por toda la plaza, recibiendo vítores y aplausos a los
acordes del tabalet y la dolçaina.
Los mayores
disfrutan del espectáculo y de preparar la comida y la merienda. Los jóvenes,
se expansionan con juegos. Los niños
vuelan catxirulos.
El cielo de Valencia se cubre totalmente. Se ven catxirulos y milotxas por todas partes, desde los terrados de las casas, aunque lo mejor es en el río o en la playa donde la brisa del mar facilita su vuelo. Se ven grandes catxirulos de armazón plano, forma exagonal, con tres cañas cruzadas que habrán cogido de los cañaverales junto a alguna acequia de la huerta, haciendo aspa con dos y la otra las divide. Un hilo bramante las sujeta por los extremos, sobre el que a modo de bastidor lleva pegada una tela en unos, y en otro papel.
Los hay con dibujos,
sobre todo de escenas taurinas, también abundan los dibujos de grupas
valencianas, y los de menos con escenas populares. Las “cúas” zigzaguean de un
lado para otro con sus lazos de telas de colores mientras el aire los va
elevando. A falta de catxirulo, la milotxa, plegando papel, pero también
vuela.
Mientras se prepara la paella, los hombres juegan al truc, y siguen los catxirulos volando. Jóvenes casaderas esperan un novio de Pascua, un joven bigardón, tunante... ¡Cuidado chicas! , que os durará lo que dura una Pascua.
La hora de
merendar. El dulce redondo que tan traídas historias ha tenido sobre su
procedencia, el dulce casero y su huevo. Sean ciertas o no, alguna tiene que
serlo. En el siglo XII la iglesia desaconsejó comer huevo en Cuaresma, las
gallinas seguían poniendo, y era pecado tirarlos, así que se guardaban y este
día se preparaba una cesta como regalo a familiares y amigos, y si se pintaban
y decoraban, un regalo más especial. Ahora ya se incorporan a los dulces
redondos y los padrinos las regalan a los ahijados, con un huevo por año y
hasta los doce.
A pocos metros se van reuniendo los jóvenes. Entre la algarabía se escuchan canciones mientras unen las manos y forman corros, “La tarara sí, la tarara no “, “Ton pare no te nas...”, “Tres pardalets, una aguileta”, “Al pasar la barca...”. Corros y comba, entre los que se alternan las canciones con sonsonetes, ”Vicente, culo caliente, la botifarra y el aguardiente”, “Paco, repaco fuma tabaco, corre a les chiques en un gayato”. Otros se divierten jugando a L´ama carabassera, el pañuelo, a la faba, o a la correa.
Texto de
Amparo Zalve Polo
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