Después de atravesar la valla, un corredor de palmeras llevaba hasta la puerta de la entrada principal. Un espacioso vestíbulo abría puerta trasera a un jardín. A la izquierda varios salones, y a la derecha la cocina, el despacho y una escalera que se dividía en dos tramos laterales.
Las habitaciones en la segunda planta, todas con baño propio. La planta tercera estaba destinada para el servicio y también se accedía al torreón. El hueco de la escalera terminaba en una cúpula circular con cuatro retratos pintados de personas ilustres: Velázquez, Gonzalo Fernández de Córdoba, Cristóbal Colón y Cervantes.
Finca de recreo cuyo interés no era más que ese. Una bonita villa indiana que un militar granadino, llamado el americano, por haber estado destinado a Cuba, de nombre Joaquín Mejía, construyó después de comprar un terreno de huerta de cerca de 30000 metros cuadrados, acompañándola de bonitos jardines. Era la época que la burguesía valenciana destinaba dinero para lo mismo, para comprar tierras cercanas a la ciudad, edificar grandes casas solariegas donde pasar los veranos con la familia.
En 1869 ya estaba la casa terminada y los jardines poblándose. Joaquín ya podía disfrutar allí junto a su esposa Mercedes a la que había dedicado el nombre de la finca, aunque vulgarmente cuando la nombraban le decían el Casino del Americano, obviamente lo de americano se entiende, y lo de casino era porque como he dicho antes, cuando he descrito la zona interior, habían varios salones donde se convocaban bailes y reuniones. Todos recordarían un gran rosetón en la fachada que fechaba el año de la construcción.
Para comprender cuál fue el destino de la villa primero he de contar que el ejecutor de la obra fue Manuel Piñón. Tomaron gran amistad y juntos adquirieron una fábrica de azulejos que estaba en decadencia, La Alcudiana, siendo un gran acierto. La segunda cosa es que en 1880 el terreno ya no era tan grande porque Facundo Burriel le compró una parte de las huertas, construyendo allí su propia casa.
Ahora viene el destino: Tras la muerte de Mercedes, Joaquín retornó a su ciudad natal, Granada. Esto ocurrió en ese mismo año antes citado, en 1880, y vendió su parte de la fábrica a Manuel Piñón, y a su hijastro (del primer matrimonio de su esposa) le dejó la finca. Años después pasó a la hija de éste, y en 1941 la vendió a un industrial valenciano que fueron los últimos moradores del palacete.
Texto de Amparo Zalve Polo
¿Existe todavía y donde? ¿O ha sido derribado como otros edificios gloriosos?
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