Llegó un día en el que el rey Jaime I estableció el campamento y aquella pequeña zona habitada de la costa de Valencia dió un vuelco y se le puso el nombre de “Grau” (palabra del latín Gradus). Bendita fue la hora que el rey se dió cuenta que había que mejorar esas condiciones y promulgó la edificación de una muro para protección y nuevas casas para las gentes, aunque las barracas quedaban allí asentadas mientras aguantaran. Todo el conjunto tomó el nombre de “Vila nova Maris Valentiae”, en la que sus habitantes no pagaban ningún servicio por privilegio real. Aquí ya habíamos llegado a 1249, y por supuesto la reacción era de esperar, el número de pobladores iba aumentando, y el tráfico marítimo también.
Tanto fue así, que en 1321, el Astillero Real, o llamada “Draçana del Senyor Rey”, gozaba de gran fama. En las Atarazanas del Grau de la Mar se construían importantes naves.
Otro vuelco para la vida marítima. Las Atarazanas se ampliaron, la demanda de barcos era tan importante que otros astilleros se instalaron en zonas extramar. Curiosidad, la aparición del Barrio de Pescadores tan alejado de la costa, junto a la Plaza de San Francisco y que luego le dió nombre a la calle de las Barcas .
Los bosques
cercanos provisionan de madera la cantidad de almacenes con sus troncos, los
había también procedentes de bosques de otros puntos del reino y de Cataluña.
No hubo fortuna para el embarcadero. Los descendientes de Antoni Joan lo fueron dejando en abandono, no les salía rentable y como colofón una riada en 1555 lo dejó inservible.
A partir de aquí y sin extenderme en los contratiempos de toda índole, el tan deseado puerto del Grao tardó muchos años de llegar. Así, continuaban las pésimas condiciones en las que se realizaba la carga y descarga, los accidentes por enbravecimiento del mar, al no estar protegido y el tráfico marítimo se hacía en la playa, varando directamente en la orilla.
Pondremos por
fin fecha al inicio: A final del 1821 se levantó el actual Dique de Levante.
Las visitas regias pusieron de manifiesto la importancia del recinto portuario, tanto la de S.A la infanta Isabel en 1907, como dos años más tarde SS.AA los infantes D. Fernando y Dña. María Teresa.
Texto de Amparo Zalve Polo
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