Plaza de América
Cada vez que pasamos junto al Puente de las Flores, por la plaza de América, podemos ver a la derecha del puente una torre redonda. Corría el año 1925 y a partir del dinero sobrante en la ejecución de un pozo artesiano para aprovechar sus aguas para riego y limpieza del nuevo Mercado Central y calles de alrededor, el alcalde de València Luis Oliag solicitó que se hiciera otro igual en la zona del Llano del Remedio. El Ingeniero municipal eligió este punto y surgió el nuevo pozo artesiano.
Dos años más tarde en 1927 se construyó un depósito capaz de albergar unos doce metros cúbicos de agua procedentes del pozo artesiano, este depósito es la actual Torre del Agua.
El edificio circular, de casi cuatro metros de diámetro, con una alta base de piedra está construido de ladrillo y dispone en dos troneras de válvulas de paso para agua desde las que a través de unas mangueras, que habitualmente se quedaban colgando de las válvulas, se podían llenar los depósitos tanto de los conocidos camiones cuba, que refrescaban en verano nuestras calles, como las cubas de los bomberos. Aún puedo oír en el recuerdo aquello tan poco gramatical de “la manga riega, que aquí no llega, si llegaría me mojaría”, aunque de vez en cuando el operario de la manguera nos alcanzaba y nos regalaba un chapuzón.
Había entonces dos formas de riego, el baldeo con manguera para limpieza de la calzada, y el riego veraniego habitual antes de la merienda, a través de unos tubos laterales y traseros con perforaciones que dejaban una capa de agua que servía para rebajar la temperatura del asfalto de las calles. Por lo menos así lo recuerdo por la Ruzafa de las calles Cádiz, Sueca, Puerto Rico y alrededores, o por el Botánico, Borrull, Socorro, Quart, etc. por los años 1940 a 1970.
Vista de la Torre del Agua, detrás el puente,
foto E. Goñi, octubre
2020.
En la actualidad la Torre del Agua existe, pero sin ningún cometido concreto desde hace unos cuantos años.
Realmente en el punto donde está situada no molesta a nadie, ni peatones ni tráfico, por lo que puede quedarse allí junto al pretil del río Turia por los siglos de los siglos, aunque el Ayuntamiento debería encontrarle un destino o tratarla como una antigüedad con cartel informativo que justifique su ser y estar allí, que no parezca un adorno desconocido.
Para su visita un paseíto hasta la Plaza de América desde la Glorieta nos acerca, o bien la bicicleta.
Texto de Enrique Goñi Igual
Estimado Enrique, magnifica explcación, sobre éste elemrnto arquitectonico, que todos hemos conocido y ninguno sabíamos. Aunque sí aquellas cubas elipsoidales, que por gravedad, limpiaban y mojaban las calles en los dias de verano. saludos.
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