1860 - Leroy
La plaza más
grande, la que más gentío recogía, la que pasaron muchos años y la actividad
comercial de la Valencia huertana, sedera y gremial no cesaba nunca. Esa era y sigue siendo la
bulliciosa plaza del Mercado.
No quiero
referirme para nada a la actual, quiero llevar el tiempo mucho más atrás, al
lugar desde hace más de mil años, donde ya en época árabe, junto a la muralla,
los comerciantes instalan sus puestos ambulantes para la compra venta de todo
tipo de objetos artesanales y de la extensa huerta valenciana, que en aquel
momento se encontraba extramuros de la ciudad. Al derribo de la muralla árabe
se integró en el casco urbano de la ciudad.
Visitemos el
entorno:
La acequia Na
Rovella musicalizaba el lugar, escasas casas la veían, el foso de la antigua
muralla, la depresión por la que discurría un brazo del río Turia, la “Vieja
Lonja", la del oli y posteriormente la “Lonja Nueva”: la Lonja de los
Mercaderes o de la Seda.
Poco a poco
fue reduciendo en tamaño, comenzaron a construirse más casas, la mayoría con
pórtico, “porchets”.
Plano de Tosca
Tres grandes edificaciones se fueron construyendo de ámbito religioso: el Convento de la Merced, el de las Madalenas y el único que ha sobrevivido: la iglesia de Sant Joan del Mercat.
Ni que decir
tiene, que por su extensión también era lugar de encuentro de importantes
celebraciones, como torneos caballerosos, e incluso para ejecuciones desde el
siglo XV hasta el XIX.
Tenemos que
imaginar también introduciéndonos en plena Edad Media, en Valencia del siglo
XV y caminar por el laberinto de sus calles angostas, herencia de la ciudad
musulmana. Había muy poco espacio para el discurrir de la gente y de las
caballerías que se dirigen al mercado. No podían llegar fácilmente a la plaza, ya
que se le añadía a la dificultad del paso, los porches de madera que colocaban adelantándose
a las tiendas, que los propietarios ponían como ampliación para exponer más a
la vista el género. Todo esto propició que a finales del S. XIV se prohibieran,
quedando algunos de ellos hasta 1447.
Biblioteca Valenciana
La
reina Doña María, con el fin de ensanchar calles y plazas que rodeaban la
Catedral, ordenó derribar los soportales y supuso con ello la expropiación y
derribo de muchas casas. Quedaba de nuevo espacio suficiente en la Plaza del
Mercado, y con el fin de albergar las operaciones de intercambio de los
productos, sobre todo el de la seda, que estaba tan productivo en Valencia en
aquellos momentos, se iniciaron las obras de la Lonja de los Mercaderes en 1483, terminando en 1498, sin olvidar que
antes ya hacía esta función la Lonja Vieja, pero se quedó obsoleta.
Texto de Amparo Zalve Polo
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