Hace once años, en 2009 -cómo se nos va el tiempo- finalizó
en València una obra que mejoró la entrada desde la autovía V-21, la entrada a
València desde el norte por Sagunto, eliminando el puente que pasaba por encima
de lo que fue la vía del trenet al Grao y ahora es la gran rotonda formada por
el cruce de la Av. Cataluña, Ronda Norte, Dr. Vicente Zaragozá y Av. de los
Naranjos, con paso directo subterráneo hacia y desde av. Cataluña.
Torre Miramar en la av. Cataluña. Foto E. Goñi, febrero 2019.
Torre Miramar en la av. Cataluña. Foto E. Goñi, febrero 2019.
Esto que no
era más que una rotonda de las importantes en los accesos a la ciudad, y que
sustituía al bien llamado “Semáforo de Europa” quiso el ministerio de Obras
Púbicas o de Fomento, ejecutor de la obra, darle un aire de calidad y
prestigio, creando en el centro de la rotonda unas fuentes y sobre todo
colocando una torre de 45 metros de altura, con acceso subterráneo, que
curiosamente llamaron Torre Miramar, y que efectivamente estaba provista de un
ascensor y una plataforma en voladizo, con tres lados acristalados con vistas
hacia la mar con capacidad para unas 150 personas a la vez. Una vez inaugurada
duró unos tres meses en funcionamiento y desde entonces está cerrada.
Actualmente la Torre Miramar tiene averiado el ascensor, con
partes metálicas oxidadas y no ha sido recepcionada por ninguno de los distintos
Ayuntamientos que ha tenido la ciudad desde su construcción, al contrario que
el resto de la obra. Es un elemento que nadie cree que pueda dar beneficios, y
sí tener un cúmulo de gastos de vigilancia y mantenimiento con bajos posibles
ingresos. Por otro lado hay bastantes fincas por su alrededor que son más
altas.
Fundamentalmente es su nombre el que nos ha incitado a
incluir la Torre en estas anécdotas ciudadanas.
Texto de Enrique Goñi Igual
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