C-¡Bon día
pardalet!
P-¡Bon día
cotorreta!
C-¿Has visto
hoy a la señora del porrat?
P-¿Aún no ha
llegado?
C-Te noto algo
callado.
P-No he
dormido bien. En la calle Bolsería anoche hubo jaleo.
C-¡Pardalet! que
no estás acostumbrado.
¡Pepinos, tomates, lechugas!
¡Pepinos, tomates, lechugas!
P-¡Cómo no voy a estar acostumbrado si llevo aquí muchos más años que tú! He visto de todo, o casi de todo. Cuando tú no habías llegado aún, tenía que tragarme todo el griterío del mercado en la plaza.
C-¿Y por qué no les hacías callar?
P-La bola que
llevo colgando del pico no me deja levantar la voz. No como tú.
C-Pero dime, ¿Ves
por ahí al hombre del clavel rojo en la mano? ¿Tú crees que la de la falda roja
será la destinataria, o será la del vestido blanco?
¡Melones, sandías, melocotón!
¡Melones, sandías, melocotón!
P-¡“ Dotora”,
más que “dotora”
C-¡Eh, tú, pececito, despierta! ¿No ves que debes de cuidar tus bajos? Estás en tu veleta para que todos vean que custodias el pescado. ¡Muévete que haces falta! En vez de un "pez espada", pareces un "pez navaja". Luego dicen que con todos me meto.
C-¡Eh, tú, pececito, despierta! ¿No ves que debes de cuidar tus bajos? Estás en tu veleta para que todos vean que custodias el pescado. ¡Muévete que haces falta! En vez de un "pez espada", pareces un "pez navaja". Luego dicen que con todos me meto.
¡Boquerón, merluza, calamar!
P-Parece que
hoy la Lonja tiene abierta la puerta de las escaleras.
C-¿Por qué? ¿Para qué? Dime qué sabes, que yo desde aquí no la veo.
P-!Pregúntaselo a la Paquita, a la Asunción o a la Amparín!, que seguro que ellas lo saben bien. ¡“Dotoras”, más que “dotoras”!
C-¿Por qué? ¿Para qué? Dime qué sabes, que yo desde aquí no la veo.
P-!Pregúntaselo a la Paquita, a la Asunción o a la Amparín!, que seguro que ellas lo saben bien. ¡“Dotoras”, más que “dotoras”!
C-Siempre vas
con tus secretos. De lo que ves no cuentas. ¡Eres un estirado!
¡Aceitunas, salazones, bacalao!
P-Yo desde mi
altura veo historia: desde el Tros Alt hasta la plaza del Doctor Collado, la
Lonja, La Compañía y hasta la Plaza Redonda. Y si el viento me gira, el palacio
de los Valeriola y la gran cúpula de las Escuelas Pías. Siempre con la cabeza
bien recta y hacia donde el viento me la quiera girar. Elegante, culto, poeta y
contador de historias.
C-Y... ¿Algo
más? Creo que me miras demasiado. Claro que... teniendo delante las gárgolas
picantonas de la Lonja...
¡Pollo, conejo, morcilla!
P-Siempre estás
mirando hacia abajo. No puedes saber si te miro. Suficiente tienes ya con tus
cotilleos del mercado.
C-¡Anda
bonico! Que algún día, en alguna restauración, a mi me enderezarán el cuello, a
ti te quitarán la bola y por fin podré mirarte... Como Dios manda. Un pardal y
una cotorra...
¡Patatas, pimientos, cebollas!
Texto de Amparo Zalve Polo
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