miércoles, 6 de mayo de 2020

MIRAR UNA FOTOGRAFIA DE 1898

Archivo Rafael Solaz

Una fotografía puede ser muy sencilla, con pocas líneas expresar y describir la belleza global del entorno, aunque yo diría los secretos históricos que ella encierra.

Debemos mirarla con los ojos de la emoción abiertos y los del corazón entornados. Observaremos los elementos por separado y llegaremos a todo el conjunto exclamando: ¡Precioso!

Entramos en ella, nos vestimos con la ropa de esa época, subimos al tranvía y caminamos por la senda llenándonos de la estela polvorienta que levanta a su paso, para después levantar la vista y saber lo que ocurría al pasar el puente. Por supuesto que respiraremos el aroma que desprenden los frondosos árboles de los Jardines del Real y escucharemos los sonidos de las aves que allí anidan.
  
Ahora estamos preparados para mirar la fotografía.

Estamos en 1898, la ciudad de Valencia rondaba los 203.000 habitantes, la plaza todavía se llamaba Plaza de San Francisco, la estación central era la de La Compañía del Norte en la calle del Sagrario de San Francisco, cuando la gente alquilaba un carruaje para desplazarse a distintos puntos de la ciudad, cuando el movimiento industrial estaba en auge con intercambios de mercancia en el extranjero y los bancos eran tres: El de España, el Credit Lyonnais, y el Hipotecario, junto a la Caja de Ahorros de Valencia, en la calle del Mar. La Catedral que tan solo hacía once años habia sido elevada a la categoría de Basílica, y la Lonja era el punto de contratación de toda clase de productos del país.

A la derecha vemos una arboleda perteneciente a los Jardines del Real  y una torre que asoma tras ellos, el Hospital Militar San Pio V.  El camino junto a la arboleda, el Camino del Cabañal.

El tranvía a vapor está girando porque viene del paseo de la Alameda.

¿Qué tranvía podría ser, con una locomotora, un coche imperial y un coche de una planta? Solo podía ser “El Ravachol”, que partía de la Plaza de Tetuán, cruzaba el Puente del Real, y llegaba hasta el Paseo de la Alameda, discurriendo hasta el Camino de la Soledad, y después por el Camino Viejo del Grao hasta la Playa de Levante en el Cabañal (6 Kilómetros se hacía de recorrido)

En la fotografía se observan dos personas en la explanada, que bien podían ser las protagonistas de nuestra foto.



Ahora toca cruzar el río, lo hacemos por el Puente del Real. Vamos recorriendo por el pretil del río, y por la calle Pintor Lopez. Lo primero que vemos es el conjunto formado por el Convento y la Iglesia de Nuestra Señora de Montesa, conocido poularmente como Iglesia y Palacio del Temple. En esta no, pero podemos imaginar también que en una época muy anterior, su lugar lo ocupaba un castro romano, que protegía la ciudad de las invasiones procedentes del mar, porque en aquel momento el río Turia era navegable hasta el mar.

Seguimos caminando y pasamos ante lo que en ese momento era el Colegio de Loreto, instalado en  lo que había sido el Palacio de los Condes de Carlet. Nos enfrentamos a él al salir de Puente de la Trinidad, pero la pena es que los árboles no dejan verlo.

¿Veis un edificio más pequeño que este último? El que le sigue a solo unos metros, el que asoma por detrás un viejo campanario. Pues estamos viendo el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús. Curioso pensar que tan solo llevaba construido siete años, ya que el edificio se levantó en 1891, atendido por las religiosas de la orden de la Caridad, sí, las que llevaban el típico hábito negro y largo con la gran toca blanca almidonada de forma alada. La torre campanario que se ve tras él es  de la iglesia San Lorenzo: la Pisa valenciana.

Y a pocos pasos las Torres de Serranos.

Lo que representa la imagen puede ser maravilloso y merece ser expuesto, pero también la ausencia representa lo que ya no es.

Texto de Amparo Zalve Polo

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