Archivo Rafael Solaz
Una fotografía
puede ser muy sencilla, con pocas líneas expresar y describir la belleza global
del entorno, aunque yo diría los secretos históricos que ella
encierra.
Debemos
mirarla con los ojos de la emoción abiertos y los del corazón entornados.
Observaremos los elementos por separado y llegaremos a todo el conjunto
exclamando: ¡Precioso!
Entramos en
ella, nos vestimos con la ropa de esa época, subimos al tranvía y caminamos por
la senda llenándonos de la estela polvorienta que levanta a su paso, para después
levantar la vista y saber lo que ocurría al pasar el puente. Por supuesto que
respiraremos el aroma que desprenden los frondosos árboles de los Jardines del
Real y escucharemos los sonidos de las aves que allí anidan.
Ahora estamos
preparados para mirar la fotografía.
Estamos en
1898, la ciudad de Valencia rondaba los 203.000 habitantes, la plaza todavía se
llamaba Plaza de San Francisco, la estación central era la de La Compañía del
Norte en la calle del Sagrario de San Francisco, cuando la gente alquilaba un
carruaje para desplazarse a distintos puntos de la ciudad, cuando el movimiento
industrial estaba en auge con intercambios de mercancia en el extranjero y los
bancos eran tres: El de España, el Credit Lyonnais, y el Hipotecario, junto a
la Caja de Ahorros de Valencia, en la calle del Mar. La Catedral que tan solo
hacía once años habia sido elevada a la categoría de Basílica, y la Lonja era
el punto de contratación de toda clase de productos del país.
A la derecha
vemos una arboleda perteneciente a los Jardines del Real y una torre que asoma tras ellos, el Hospital
Militar San Pio V. El camino junto a la arboleda, el Camino del
Cabañal.
El tranvía a
vapor está girando porque viene del paseo de la Alameda.
¿Qué tranvía
podría ser, con una locomotora, un coche imperial y un coche de una planta?
Solo podía ser “El Ravachol”, que partía de la Plaza de Tetuán, cruzaba el
Puente del Real, y llegaba hasta el Paseo de la Alameda, discurriendo hasta el
Camino de la Soledad, y después por el Camino Viejo del Grao hasta la Playa de
Levante en el Cabañal (6 Kilómetros se hacía de recorrido)
En la
fotografía se observan dos personas en la explanada, que bien podían ser las
protagonistas de nuestra foto.
Ahora toca
cruzar el río, lo hacemos por el Puente del Real. Vamos recorriendo por el
pretil del río, y por la calle Pintor Lopez. Lo primero que vemos es el
conjunto formado por el Convento y la Iglesia de Nuestra Señora de Montesa,
conocido poularmente como Iglesia y Palacio del Temple. En esta no, pero podemos
imaginar también que en una época muy anterior, su lugar lo ocupaba un castro
romano, que protegía la ciudad de las invasiones procedentes del mar, porque en
aquel momento el río Turia era navegable hasta el mar.
Seguimos
caminando y pasamos ante lo que en ese momento era el Colegio de Loreto,
instalado en lo que había sido el
Palacio de los Condes de Carlet. Nos enfrentamos a él al salir de Puente de la
Trinidad, pero la pena es que los árboles no dejan verlo.
¿Veis un
edificio más pequeño que este último? El que le sigue a solo unos metros, el
que asoma por detrás un viejo campanario. Pues estamos viendo el Colegio del
Sagrado Corazón de Jesús. Curioso pensar que tan solo llevaba construido siete
años, ya que el edificio se levantó en 1891, atendido por las religiosas de la
orden de la Caridad, sí, las que llevaban el típico hábito negro y largo con la
gran toca blanca almidonada de forma alada. La torre campanario que se ve tras
él es de la iglesia San Lorenzo: la Pisa valenciana.
Y a pocos
pasos las Torres de Serranos.
Lo que
representa la imagen puede ser maravilloso y merece ser expuesto, pero también
la ausencia representa lo que ya no es.
Texto de Amparo Zalve Polo
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