Si nos fijamos en un plano que contenga todo el término
municipal de València veremos que además de la ciudad incluida en el interior
de las nuevas Rondas Norte y Sur, más la fachada marítima de Malvarrosa,
Cabañal-Cañamelar, Grao y Nazaret, existen tanto al norte como al sur tramos
urbanos y todavía de huerta en lo que es el término municipal, algunos como
dedos que se alargan y otros islotes rodeados de términos municipales de otros
pueblos.
Los poblados del Norte son Massarrojos, Benifaraig, Carpesa, Borbotó y El Poble Nou como un alargado dedo, luego están los islotes de Mahuella, Teuladella, Vistabella y Rafalell más al norte y más cercano Casas de Bárcena. Finalmente Benimámet ya unido físicamente a València. Por la parte sur, todos sin separación física y al otro lado del nuevo cauce del Turia tenemos La Torre, Horno Alcedo, Pinedo, El Saler, El Perellonet y El Palmar, sin olvidarnos de que el perímetro líquido de la Albufera también es término de València. No olvidemos además en la parte sur de la Ronda la presencia de cuatro pequeñas zonas con población más o menos dispersa entre restos de huerta, Malilla, Fuente de San Luis, En Corts y La Punta situadas entre la Ronda Sur y el nuevo cauce.
Bien, pues en algunos de estos enclaves todavía nos quedan
algunas ermitas, pequeños lugares de oración, cercanos o alejados de núcleos de
población, situadas preferentemente en zonas de poblado disperso, que
anualmente celebran el día de su patrón o patrona con vísperas, traslado de la
imagen a casa del clavario o clavariesa y por fin misa solemne. En la zona de
los Poblados del Norte habitualmente se incluía luego de la misa un reparto de
caldero o mejor comida para los pobres, hoy sustituidos por la presencia
festiva de los cercanos lugareños. Sin olvidar el papel del desaparecido
ermitaño o eremita, personaje que antiguamente vivía en local anexo a la ermita
y se encargaba de su cuidado y mantenimiento, ayudando además en las tareas
religiosas al cura encargado de las celebraciones, ejerciendo de monaguillo y
dando los correspondientes toques de campanas.
Una importante característica de las ermitas es la ausencia
de un campanario, sustituido por la llamada espadaña pequeño promontorio de
obra sobre el techo de la ermita que alberga entre una y tres campanas al aire
libre. Condición indispensable para llamar al vecindario tanto a sus actos
religiosos como a los festivos.
Comenzamos aquí con la ermita de la Virgen del Carmen situada
en el Perellonet. Allí cuando a primeros del siglo pasado se realizó el canal
de la Gola, a la derecha creció una población de pescadores y agricultores, que
a partir de los años 50 del pasado siglo se beneficiaron de la construcción de
un curioso grupo de viviendas para pescadores patrocinado por el entonces
Instituto de la Marina, viviendas con un formato un tanto extraño y diferente
al disponer de unos techos con forma de hipérbole que alcanzan a ser también
paredes, pues bien allí en el medio de ese poblado marinero está la ermita, que
lógicamente está dedicada a la Virgen del Carmen, situada en la plaza de Babor,
nombre marinero donde los haya.
En la vista lateral se ve la espadaña y una amplia zona cubierta ante la puerta. Su vecindario en verano crece exponencialmente y hay que dar cobijo a los veraneantes que acuden a la misa. La parte religiosa de la ermita la regenta la parroquia del Palmar.
Vista de la pequeña plaza de Babor y puerta de la ermita.
En la vista lateral se ve la espadaña y una amplia zona cubierta ante la puerta. Su vecindario en verano crece exponencialmente y hay que dar cobijo a los veraneantes que acuden a la misa. La parte religiosa de la ermita la regenta la parroquia del Palmar.
La curiosa, pero supongo algo incómoda forma de las casas
hace que en cuanto una familia se lo puede permitir vaya eliminando las
hiperbólicas paredes y techos y añada un piso ampliando la casa. Creo que en
unos años no sé si quedará alguna casa con el formato original.
Texto de Enrique Goñi Igual
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