Hospital Municipal de Infecciosos
La trilogía perfecta tras la
Guerra Civil española: Higiene, hambre y hacinamiento.
La gente convivía en casas medio
destruidas por los bombardeos, sin agua, sin comida, en el lugar que cabían
dos, convivían siete.
Había emigrantes obreros sin
trabajo que provenían de la zona de Andalucía y de Castilla malviviendo en
casas semiderruidas de la zona portuaria, así
como en el también ruinoso Hotel del Puerto. Zona que a su vez también
la habitaban gentes de la propia ciudad de Valencia.
¿Qué ocurrió en la primavera de
1941? El piojo responsable de la enfermedad del tifus exantemático hizo su
incursión. Tal fue su transmisión entre las personas que se declaró epidemia, y
como ocurre muchas veces, no exenta de brotes.
En el inicio afectó a doscientas ochenta y cuatro personas, de los fallecidos fueron treinta y cinco. Como suele suceder con la mayoría de
virus, llegó el verano y el contagio fue disminuyendo, hasta que en octubre se
dio por extinguido. La sorpresa fue con la aparición de un segundo brote en
febrero del siguiente año, de menor intensidad, volviendo a afectar a la zona
portuaria y a la gente desprotegida que acudía a los comedores de la Asociación
Valenciana de la Caridad. Esta vez fueron ciento cincuenta y ocho casos y veintiocho defunciones. Al año
siguiente, 1943 un tercer y leve brote dio por finalizada la epidemia, con cinco casos y un solo fallecido.
¿Cómo resolvió el Ayuntamiento
esta epidemia?
No entro, ni salgo en opinión, tan solo cuento
de lo que me informo.
La primera medida fue una
“selección” de infectados. Habían infectados lugareños, y emigrados de otras
zonas de España. Se habilitó un albergue la calle Velázquez para los mendigos
forasteros y otros dos para los valencianos, en la Travesía del Mar los del
distrito marítimo y los demás al lado de la Asociación Valenciana de la
Caridad.
Aunque con algunas
discriminaciones entre unos y otros, en ambos casos no fueron tratados como se
debiera. Así pues, carecían de alimentos, y en algunos casos al intemperie.
Se les despiojaba y tras ello se
les daba una tarjeta de desparasitación y asistencia sanitaria. A los foráneos
se les enviaba en tren a su ciudad de origen, algunos no llegaban, se tiraban
del tren y huían donde podían.
La prensa hacía eco de las
propuestas del gobernador civil, solicitando donativos y mediante una “campaña
pro evacuación de mendigos de otras regiones” se organizaron en los jardines de
Viveros tres verbenas y una tómbola.
Subsanado el asunto de los evacuados
de la ciudad, comenzó la segunda fase, la instalación de los afectados
valencianos.
Para ello se habilitaron dos
antiguos lazaretos construidos en el siglo XIX. El antiguo Hospital de San
Pablo se convirtió en centro de desparasitación; y el Hospital de San Antonio, inaugurado el 15 de Mayo de 1914 en el camino de Transitos, construido donde con anterioridad existia un lazareto de madera, se convirtió en el Hospital Municipal de
Infecciosos.
Otro nuevo recinto y muy cercano
al anterior, en la partida de Safranar, el Hospital de Infecciosos de la
Granja, en terrenos pertenecientes a la Diputación. Este no disponía de medios
para la eliminación del piojo, ni vacuna antitífica para el personal. Cuando
las notas en prensa recalcaban que la higiene era fundamental para la lucha
contra la enfermedad, en el Hospital de la Granja no había ropa limpia para los
enfermos.
General Sanjurjo en construción
Consciente el Ayuntamiento de la
progresión en número de los infectados, el Ayuntamiento pensó en la
construcción de un hospital más grande en el que se pudiera albergar a tanto
enfermo. Solicitando para ello la ayuda económica necesaria al Estado.
La solicitud se hizo como ampliación del lazareto ya instalado y basándose que tras la epidemia valencia siempre estaría necesitada de hospital para infecciosos. Fue considerado como un proyecto falto de argumentación según criterio de la Dirección General de Sanidad en su lucha contra la epidemia, así pues, le otorgo muy pequeña cantidad de dinero y las obras ya comenzadas se tuvieron que suspender a finales de 1943 cuando la epidemia ya estaba controlada.
La solicitud se hizo como ampliación del lazareto ya instalado y basándose que tras la epidemia valencia siempre estaría necesitada de hospital para infecciosos. Fue considerado como un proyecto falto de argumentación según criterio de la Dirección General de Sanidad en su lucha contra la epidemia, así pues, le otorgo muy pequeña cantidad de dinero y las obras ya comenzadas se tuvieron que suspender a finales de 1943 cuando la epidemia ya estaba controlada.
El edificio, ya a final de la década, pasó a pertenecer al Instituto
Nacional de Previsión, integrándose así en el régimen de la Seguridad Social y
se le llamó “Residencia General Sanjurjo” –aunque en un principio se había
pensado en la figura del Cid - actualmente Hospital Doctor Peset.
Texto de Amparo Zalve Polo
Texto de Amparo Zalve Polo
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