sábado, 4 de abril de 2020

DE LA EPIDEMIA DE TIFUS EXANTEMÁTICO DE 1941 EN LA CIUDAD DE VALENCIA AL PESET


Hospital Municipal de Infecciosos

La trilogía perfecta tras la Guerra Civil española: Higiene, hambre y hacinamiento.

La gente convivía en casas medio destruidas por los bombardeos, sin agua, sin comida, en el lugar que cabían dos,  convivían siete.

Había emigrantes obreros sin trabajo que provenían de la zona de Andalucía y de Castilla malviviendo en casas semiderruidas de la zona portuaria, así  como en el también ruinoso Hotel del Puerto. Zona que a su vez también la habitaban gentes de la propia ciudad de Valencia.

¿Qué ocurrió en la primavera de 1941? El piojo responsable de la enfermedad del tifus exantemático hizo su incursión. Tal fue su transmisión entre las personas que se declaró epidemia, y como ocurre muchas veces, no exenta de brotes.

En el inicio afectó a doscientas ochenta y cuatro personas, de los fallecidos fueron treinta y cinco. Como suele suceder con la mayoría de virus, llegó el verano y el contagio fue disminuyendo, hasta que en octubre se dio por extinguido. La sorpresa fue con la aparición de un segundo brote en febrero del siguiente año, de menor intensidad, volviendo a afectar a la zona portuaria y a la gente desprotegida que acudía a los comedores de la Asociación Valenciana de la Caridad. Esta vez fueron ciento cincuenta y ocho casos y veintiocho defunciones. Al año siguiente, 1943 un tercer y leve brote dio por finalizada la epidemia, con cinco casos y un solo fallecido.

¿Cómo resolvió el Ayuntamiento esta epidemia?

 No entro, ni salgo en opinión, tan solo cuento de lo que me informo.

La primera medida fue una “selección” de infectados. Habían infectados lugareños, y emigrados de otras zonas de España. Se habilitó un albergue la calle Velázquez para los mendigos forasteros y otros dos para los valencianos, en la Travesía del Mar los del distrito marítimo y los demás al lado de la Asociación Valenciana de la Caridad.

Aunque con algunas discriminaciones entre unos y otros, en ambos casos no fueron tratados como se debiera. Así pues, carecían de alimentos, y en algunos casos al intemperie.

Se les despiojaba y tras ello se les daba una tarjeta de desparasitación y asistencia sanitaria. A los foráneos se les enviaba en tren a su ciudad de origen, algunos no llegaban, se tiraban del tren y huían donde podían.

La prensa hacía eco de las propuestas del gobernador civil, solicitando donativos y mediante una “campaña pro evacuación de mendigos de otras regiones” se organizaron en los jardines de Viveros tres verbenas y una tómbola.

Subsanado el asunto de los evacuados de la ciudad, comenzó la segunda fase, la instalación de los afectados valencianos.

Para ello se habilitaron dos antiguos lazaretos construidos en el siglo XIX. El antiguo Hospital de San Pablo se convirtió en centro de desparasitación; y el Hospital de San Antonio, inaugurado el 15 de Mayo de 1914 en el camino de Transitos, construido donde con anterioridad existia un lazareto de madera, se convirtió en el Hospital Municipal de Infecciosos.

Otro nuevo recinto y muy cercano al anterior, en la partida de Safranar, el Hospital de Infecciosos de la Granja, en terrenos pertenecientes a la Diputación. Este no disponía de medios para la eliminación del piojo, ni vacuna antitífica para el personal. Cuando las notas en prensa recalcaban que la higiene era fundamental para la lucha contra la enfermedad, en el Hospital de la Granja no había ropa limpia para los enfermos.

General Sanjurjo en construción

Consciente el Ayuntamiento de la progresión en número de los infectados, el Ayuntamiento pensó en la construcción de un hospital más grande en el que se pudiera albergar a tanto enfermo. Solicitando para ello la ayuda económica necesaria al Estado. 

La solicitud se hizo como ampliación del lazareto ya instalado y basándose que tras la epidemia valencia siempre estaría necesitada de hospital para infecciosos. Fue considerado como un proyecto falto de argumentación según criterio de la Dirección General de Sanidad en su lucha contra la epidemia, así pues, le otorgo muy pequeña cantidad de dinero y las obras ya comenzadas se tuvieron que suspender a finales de 1943 cuando la epidemia ya estaba controlada. 

El edificio, ya a final de la década, pasó a pertenecer al Instituto Nacional de Previsión, integrándose así en el régimen de la Seguridad Social y se le llamó “Residencia General Sanjurjo” –aunque en un principio se había pensado en la figura del Cid - actualmente Hospital Doctor Peset.

Texto de Amparo Zalve Polo

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