Habían pasado ya unos cuantos años desde la donación del
solar en 1238 y llegado 1675, con el fin de adaptarse a los influjos
arquitectónicos del momento, se vuelve a reformar el convento. Como siempre se
empieza por la pieza fundamental, la iglesia, en la que se añaden ornamentos
recargados, pues la reforma era dejar atrás el gótico y transformar a barroco. Se añadieron unas cuantas capillas más, que fueron
dedicadas a Ntra. Sra. de los Angeles, a la Inmaculada Concepción o al Buen
Pastor.
Hasta aquí pocos datos teníamos de su estructura. Gracias a
que el Padre Tosca en 1704, recorriera palmo a
palmo la ciudad y elaborara un plano pudimos saber de sus detalles.
Para acceder al convento desde la ya Plaza de San Francisco, se
atravesaba un jardín vallado, desde el que se llegaba a una tapia de arcos
cegados, con tres puertas en triángulo para su entrada. La iglesia quedaba en
un lateral. Se observa también dos grandes claustros. La zona a la que se le
llamaba de “Obra Nueva” para las dependencias de los monjes que estaba detrás del
Aula Capitular y a la izquierda del primer claustro. Detrás del convento se
pueden ver los huertos y el cementerio. Todo el conjunto cercado con una tapia.
El final:
En 1805 la larga valla fue derribada y a su vez los árboles
del huerto. Este fue el primer golpe, el de la reforma urbanística: la
ampliación de la plaza san Francisco. Pasaron dieciocho años más y vino ya el segundo y definitivo golpe para
el convento, el de la necesidad militar, gran parte fue requisado para
convertirlo en Cuartel de Caballería.
Les quedó a los monjes una zona muy reducida y recurrieron a
Fernando VII en 1827, consiguiendo con ello
que las tropas se fueran de alli, recuperando su totalidad.
Grabado con su aspecto de 1840
El convento ya estaba en una grave situación de deterioro
por entonces, para que sufriera su estocazo final. Durante el periodo de la
desamortización de Mendizabal, en 1835, fue expropiado en su totalidad y los
monjes lo abandonaron definitivamente.
La gran nevada de 1885
La llegada de los militares y su Cuartel de Infantería tuvo ciertas reformas pero seguía siendo
ruinoso y en 1891 se procedió a su demolición, convirtiéndose en un gran solar.
Lo que fue un enorme convento se convirtió en una gran plaza
pública, con un enorme jardín, y donde se hicieron teatros, cines al aire
libre, feria de navidad y continuas reformas hasta nuestros dias.
Lo peor: que no nos ha dejado apenas documentación gráfica.
Texto de Amparo Zalve Polo
Texto de Amparo Zalve Polo
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