"¡ Novios!, si no tenéis dinero
y pronto os queréis casar, Muebles Peris muy bonitos y a plazos los quiere
dar". O también este otro: "Lava, lava,
lava solo con la lejía de los Tres Ramos, lava, lava con ese gran producto que
es un primor".
Quedamos sorprendidos cuando
miramos al pasado con ella. Era simple, pero lo que importaba era llegar al
corazón y al bolsillo. Nos mostraba cómo éramos, cómo vestíamos, cómo
fumábamos. No había estrategias como ahora, simplemente se dedicaban al anuncio
del producto y esto no ocurriría hasta llegado los sesenta.
Veamos unos anuncios gráficos de
aquellos tiempos donde en Valencia no había una gran cantidad de empresas o
comercios de la misma gama y por tanto conocidos por la mayoría de la
población.
Óptica Panach: Fue la primera
óptica que se abrió en la ciudad.
Fábrica de naipes Simeón Durá:
Esta publicidad pertenece a la nueva sede de Arrancapinos 29 (Hoy Ángel
Guimerá) en 1901. Tal fue su notoriedad que se convirtió en un gran exportador,
sobre todo a países de América y a Francia.
Arroz SOS: Desde 1903 en la
localidad valenciana de Algemesí. En 1912 a la venta a granel le introduce la
venta de saquitos de tela de un kilo. “Si es SOS es bueno”, su emblema
publicitario desde el comienzo.
Gaseosa La Flor de Valencia:
Negocio llevado por dos hermanos, José y Miguel Zapater, que llegados de Chelva
y tras comprar su padre un antiguo palacete en el número 13 de la avenida del
Puerto, lo destinó a una fábrica de gaseosas.
Tal y como marcaba su botella,
“achampañada”, para definir su sabor. Fueron los encargados del suministro de bebida,
así como las cafeterías del campo de fútbol de Mestalla y de la Plaza de Toros.
Almacenes Los Sótanos: Ocupaban
parte de un gran edificio de 1930, esquinero de la calle San Vicente y la
Avenida María Cristina.
Cervezas El Águila: La fábrica en
Valencia dio trabajo a muchas personas de El Cabanyal a partir de su
inauguración en 1954.
Lanas Aragón: De vendedor de
trajes a medida en los mercados, pasando por vender calcetines a los
soldados en la Guerra Civil, instala un
pequeño negocio en la calle Aragón, donde vende medias y madejas, dándole el
nombre los clientes de Lanas Aragón, y así se quedó, y extendiéndose a los
bajos contiguos de la calle Espartero creó su imperio.
Tantos y tantos comercios daban
fe de sus productos con sus anuncios, que gracias a ellos, somos conocedores de
su existencia, de la sociedad y de la forma de vender en aquellos tiempos.
Texto de Amparo Zalve Polo
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