Nos remontamos a la lejana época romana, cuando Valencia era
una isla fluvial y el trozo secundario del río Turia discurría por donde se emplazaría
la plaza del Mercado y a continuación, siglos después, la avenida
María Cristina. A medida que fue desecándose, se transformó en una
rambla pedregosa, y recibió la zona el nombre de Valle del Mercado.
La avenida como la conocemos hoy es consecuencia del
ensanche del interior de la ciudad en la primera década del siglo XX. La reforma se llevó todo el núcleo central
que era la plaza de Cajeros y la Bajada de San Francisco y con ello también la
calle Colchoneros y su paralela de Fuentes, y otras más.
El propósito de ello era visualizar desde ese punto toda la
parte derecha de la plaza Castelar, la avenida del Marqués de Sotelo y la Estación del Norte.
Y por otra parte visualizar también el primer tramo de la calle San Vicente hasta la plaza de San Agustín, y la conexión justamente con el Mercado Central, por medio de la nueva avenida de María Cristina en recuerdo de la reina Regente y madre de Alfonso XIII.
En los primeros treinta años del siglo XX la plaza del
ayuntamiento cambió por completo. El primer cambio importante fue en 1927.
Numerosas expropiaciones y dolorosos derribos realizados con
urgencia dieron comienzo a la construcción de edificios monumentales que excedían en
altura a la mayoría de las construcciones valencianas.
Texto de Amparo Zalve Polo
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