Es un montaje de Pep Valencia via GIPHY
El credo protestante unido con la ciudad de Valencia a través del ferrocarril y del hierro fundido tras la eclosión en España de la revolución industrial en la segunda mitad del siglo XIX, hizo aparecer en el cap i casal a singulares personajes británicos dispuestos no solo a implantar la tecnología imperante, sino también a fijar su residencia en nuestra capital por el resto de sus vidas.
A los Willian Bartle, ingeniero de ferrocarriles y Henry Fink, fundidor dedicado a la construcción de locomotoras en su nave industrial de la calle Ruzafa, próxima al paso ferroviario, situada frente al lugar donde un siglo después estaría la farmacia Royo, se unieron cada uno en su cometido los Walter Morris, Arthur Rees, Tapp, Craven, Eknes y un largo etcétera, mientras era necesaria la llegada de ingenieros foráneos que demandaba la industrialización valenciana, todos protestantes.
Los vice-cónsules Joseph Dart, británico, y Per Eknes, noruego, compraron un terreno situado frente el Cementerio General, por ser éste de uso exclusivo para los católicos, sobre el que se construyó un nuevo camposanto, que, años después y bajo la dirección del arquitecto valenciano Antonio Martorell, se levantó su actual fachada y capilla, siendo sus artísticas vidrieras (restauradas felizmente por “Fet de Vidre” hace un año) obra de Vicente Sancho y Fuster, que completaron el conjunto en 1907, cuya construcción se había iniciado en 1879, aunque se tiene constancia de que el primer entierro fue el del niño de 8 años Charles Morris en 1863.
El cementerio ha recibido la sepultura de personas procedentes de veintidós nacionalidades, con la mezcolanza de protestantes, judíos y católicos, como también algún ateo, estando datadas doscientas noventa y seis inhumaciones, aunque en realidad se cree superan las trescientas cincuenta.
Reposan también los restos del exportador naranjero Alfred Faulconbridge, enterrado en 1932, introductor del tenis en Valencia. La vía marítima y el ferrocarril, daban vigor económico a la ciudad.
En los últimos años la Fundación Cementerios Británicos en España ha ido protegiendo del vandalismo sus instalaciones gracias al esfuerzo desinteresado de sus miembros, mejorando el servicio y con la pretensión de una mayor divulgación para la ciudadanía.
La creación de un espacio en su interior denominado como “El Jardín de los recuerdos” para las cenizas ha sido el último de sus logros.
Camposanto "propiedad" de la Reina Victoria, con el nombre de Cementerio Británico Internacional, cuyo antiguo imperio y tras su descolonización, quedó al amparo de la Commonwealth of Nations.
Sin embargo, el gobierno británico considera que los expatriados locales deben ser responsables de este cementerio plurinacional.
La industrialización de la Valencia decimonónica no podría entenderse sin la valiosa contribución de quienes allí descansan, santo lugar que en un tiempo fue conocido como “el cementerio inglés”, que forma parte de nuestro acervo cultural e histórico.
Con mi agradecimiento a Diana Clifton-Sewell.
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