En esta antigua postal del azud del Oro podemos ver una respetable cantidad de agua yendo hacia el cercano mar. Autor desconocido, ca. 1930.
QUÉ HACÍAMOS EN EL TURIA
Antes de la conocida gran riada de 1957 los ciudadanos de
Valencia podíamos disfrutar en variadas ocasiones del cauce del río con
diversos objetivos. Uno de ellos podía ser disfrutar de la vista de los
puentes, ver correr el agua, en casos excepcionales ver con miedo la subida de
las aguas, disfrutar en las fiestas de las Pascuas de los cachirulos, etc. A
partir de la riada el río Turia se convirtió en un asunto de Estado, y al final
con el emblema “El riu és nostre y el volem verd” los valencianos en los años
setenta del siglo pasado nos ganamos lo que pedíamos “El río es nuestro y lo
queremos verde”, con lo que el cauce en lugar de la autopista inicialmente
proyectada pasó a ser la mayor zona ajardinada de la ciudad.
Una de las características propias del Turia eran los
azudes, de los que la ciudad disponía de dos o tres, donde a través de una
pequeña presa, una cierta cantidad del agua que corría por él, se desviaba
hacia una de las famosas acequias que regaban, y lo siguen haciendo, partes de
la cada vez más pequeña huerta de Valencia. Hoy veremos un par de esos azudes.
Comenzando por el último, el más cercano al final del cauce, el azud del Oro,
es decir de la acequia del Oro, acequia por cierto no perteneciente al Tribunal
de las Aguas. Situado hoy su antiguo edificio junto al Ágora, precisamente se
puede ver desde el puente denominado del assut de l’or.
Azud de Mestalla, revista Bancaya 1965. Foto autor desconocido.
El otro azud, creo recordar que es el primero que se
encuentra al entrar el río en el término de Valencia, es el de la acequia de
Mestalla. En este caso la fotografía nos muestra un pescador pacientemente
sentado ante el azud por el que baja una generosa cantidad de agua, si
comparamos con la que lleva el actual nuevo cauce, o sea nada, ni gota.
Texto de Enrique Goñi Igual
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