En 1753 se iniciaban los preparativos para el III Centenario de la Canonización de San Vicente Ferrer y la Comunidad de Predicadores se
dirigía tanto al Consejo Municipal como a la Capitanía General para
comunicar sus intenciones. Anunciaba una próxima convocatoria a
los gremios y oficios recabando su participación para el mayor lucimiento de
los festejos, al igual que a las parroquias para el embellecimiento de sus
fachadas y tapiales en mal uso.
Sea como fuere la Fábrica Nova del Riu contribuyó para un
mejor ornato en la ciudad remozando los puentes sobre el río Turia y en ese año
de 1753 fue cuando acometió unas obras en los principales puentes de la ciudad
para su mayor prestancia.
Se logró el objetivo en el puente del Real con la
instalación de cuatro bancos en las esquinas y la elevación de sus barandas,
abundando con otros bancos de descanso a lo largo de su recorrido.
No fue menos el
puente del Mar donde con la misma idea se subieron las barandas con la
instalación de bancos y adornos, además de reparar sus casilicios.
Igualmente en el de Serranos se llevaron a cabo obras de
mejora de los casilicios con la restauración de la imagen de San Pedro Nolasco,
que había sido construida en piedra de baja calidad.
Vamos uno de los bancos del puente del Real. Y con mayor perspectiva el del Mar de pocos años antes de su conversión en
peatonal con las casas situadas en la Alameda hasta su prolongación.
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