En 1767 los jesuitas fueron expulsados de España por
decisión de Carlos III por su implicación en el "motín de Esquilache", siendo el
arzobispo Andrés Mayoral uno de los inductores del Decreto, al tiempo que
mostraba su inclinación por los padres escolapios que hacía pocos años se habían
instalado en Valencia en un colegio situado entre las calles Colomer y Carniceros.
En este mismo año, el arzobispo dio instrucciones para que se
acometiera la construcción de un nuevo templo con gran cúpula, anexo a la casa
de enseñanza pía, encargando su construcción al arquitecto valenciano Antonio Gilabert.
Cúpula que fue culminada en 1773 y de enorme tamaño, al
estilo de las obras clásicas que se observaban en Roma, pero al faltar las
donaciones que se esperaban, al contraste con el campanario era evidente, toda vez que se había quedado pequeño en la comparación de sus envergaduras. Esta era la opinión de los valencianos ante la
grandiosidad de su cúpula que se podía observar desde muchos puntos de la
ciudad.
En la fachada daban gran ornato las esculturas santorales de los
Vergara. La Iglesia quedó dedicada a San Joaquín, por las espléndidas donaciones
del padre del industrial sedero Joaquín Fos, en cuyo centro docente había
estudiado su hijo, al ser la familia vecina del barrio en su residencia palaciega.
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