martes, 19 de junio de 2018

EL ÉXTASIS DEL ROCOCÓ

Archivo Municipal

Por donación de Carlos II la familia de los Rabaça de Perellós obtuvo el Marquesado de Dos Aguas cuando vivían en una casa gótica que avanzado el siglo XVIII quisieron adecuarla a un nuevo estilo. Y el elegido sería el rococó en su variante del Barroco, cortesano y animalista, alejado de influencias religiosas.

Su reforma, por encargo, estuvo a cargo de Hipólito Rovira y Meri, valido del marqués, pintor y grabador. En 1740 ya causaba admiración a cuantos se recreaban ante el Palacio para observar su fachada pintada al estuco, en su imitación al mármol, por José Ferrer, en la que sobresalen unos balcones diseñados por el propio Rovira, realizados por Luis Domigo con gran acierto.

Pero lo que mayor éxtasis produce al espectador es su puerta principal a cargo de quien siendo joven tenía prestigio, el escultor Ignacio Vergara, fiel al diseño y a los deseos de Hipolito Rovira, quien fue el ideologo de la masa escultórica, triangular, rematada por una hornacina que, sin embargo, en esta ocasión sitúa la imagen de la Virgen del Rosario.

Y si en su lateral derecho fija sobre el zócalo dos cocodrilos, dos carcajes con flechas y una vasija, derramando agua con una gigantesca figura masculina desnuda, en escorzo y con una hiedra a cuyo tronco se enrosca una serpiente, a la izquierda, igualmente sobre  su zócalo, resaltan dos cabezas de león, otra vasija con la misma función, un escudo y un carcaj que dan sustento a  otra figura masculina y a una palmera datilera.

Arriba, dos figuras masculinas sostienen sobre el dintel el escudo del Marquesado.

El que cause mayor asombro al visitante su fantástica puerta no desmerece al resto del conjunto realizado en piedra alabastrina de Niñerola, cantera del Señorio de Dos Aguas.

 Asi pues, en tan maravillosa obra de arte, destaca el tema fundamental que no es otro que el de dos atlantes encima de unas cántaras que vierten agua simbolizando el título de Dos Aguas.

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