Con anterioridad a la construcción de la fachada trasera, la barroca de
los Santos Juanes, tenía fama la “O” de
piedra, denominada como la de Sant Joan, sobre la que se debatía la conveniencia o no de instalar una gran
vidriera que sustituyera al gran óculo cegado sobre su portada.
Con el nuevo siglo XVIII les covetes bajo la terraza de piedra en la parte opuesta,
frente a la Lonja, se iban a convertir en el elemento más popular del templo.
En número de veintiuno, construidas por el picapedrero Leonardo
Julio Capuz por decisión de los Jurados de la Ciudad y en compensación de su trabajo que
fue gratis, pasaron a ser propiedad del propio picapedrer con la autorización expresa para que
dispusiera de ellas y de las rentas consiguientes por un plazo de sesenta y siete años, a contar desde el
día de San Juan de 1701.
Y así fue con gran aceptación popular siendo utilizadas para
diversos usos, los propios del vecinal Mercado, con mayor oferta de especies,
cazuelas y utensilios de cocina, como también en la venta de ropa.
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