Archivo Municipal
En la Valencia del siglo XVIII los cementerios urbanos, els fossars, se
convertían en urnas funerarias que por la estrechez de sus calles y su
inexistente ventilación, daban a la ciudad un aspecto insalubre falto de
higiene. Y así sería hasta el siglo siguiente con la inauguración del
Cementerio General en 1807 y la consecuente desaparición de los parroquiales.
El mayor fossar de Valencia era el de San Martín, cuando la
calle de San Vicente era muy estrecha y la de San Fernando ni existía, en cuyo
lugar el cementerio se extendía a sus anchas con dos puertas de entrada,
mientras que en la de Calabazas se abría
otra.
El cementerio de San Martín compartía tapia con el de Santa
Catalina en la proximidad de la plaza del Mercado, en cuyo lado tenía el de la
santa una de sus entradas.
Por la proximidad del Mercado, se convertía el mismo en
lugar de paso hacia ambos fossars, por lo que al ser tan concurrido podemos imaginar su aspecto
fúnebre con cierta frecuencia.
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