Parcial del plano de Francisco Ferrer y Guillén de 1831
La llegada del trienio liberal y la ejecución del General Elio paralizaron el proyecto que no se reanudaría hasta
1826, en unos años que en Valencia, desde el Palacio de Cervelló, se iba fraguando la política nacional en su intento de vuelta al absolutismo.
La Glorieta, por orden del nuevo capital general O’Donell, se cerró con
una verja de madera sujeta por pilastras de piedra. Como anecdotario, no se
dejaba entrar a los perros y mendigos, y colocaron unos bancos de piedra y unas
sillas que había que pagar para utilizarlas. Existían siete puertas, siendo la
principal la que daba a la Plaza de Tetuán. Esta remodelación duró hasta 1844.
En este año, José Campo, alcalde
de Valencia, inauguró el 9 de octubre el primer alumbrado a gas de la ciudad, desde la Glorieta, lo que significó el inicio de una segunda remodelación para
su mayor amplitud. Se instaló un café junto a un Pabellón de Música y se
realizó una radical transformación del arbolado, con nuevas especies orientales
a base de plátanos, tilos, palmeras y magnolias, dejando de ser un jardín
plenamente valenciano.
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