En septiembre de 1927 el vespertino La Correspondencia salía
el paso de una crítica de Pío Baroja, irrespetuosa decía, hacia la pintura de
Joaquín Sorolla para con ello dar urgencia a la
construcción del monumento que tras su muerte en 1923 el Círculo de Bellas
Artes puso en marcha y que la alcaldía de Luis Oliag había acordado su
instalación en la Malvarrosa en base a un busto en mármol que Mariano Benlliure
había donado en 1924.
El mismo diario en el mes de marzo de 1928, anunciaba al
contraste con la ciudad de Sevilla que había levantado un monumento al pintor
de la luz, mientras que en Valencia “aún
estamos en ello”, entre habladurías más o menos convincentes.
Pasados unos años, en
1931, en el mes de febrero, se nombró una Junta Municipal para su construcción con la
promesa de la mayor rapidez. En julio, con la II República en marcha, el Círculo de
Bellas Artes dirigió un escrito al Ayuntamiento ofreciéndose para su
colaboración más entusiasta, con un toque de atención por la deuda que Valencia
tenía con tan ilustre hijo, cuyo busto para el fin propuesto se guardaba en el
Museo de Bellas Artes desde hacía años.
Sin embargo no sería hasta el 9 de marzo de 1932 cuando se
procedió a colocar la primera piedra para un monumento proyectado por Francisco
Mora a situar entre el Asilo del Carmen y la “Casa dels bous”, el mismo lugar
donde el pintor creara el famoso cuadro “Triste herencia”. La decisión fue aprobada por unanimidad el 15 de febrero, siendo presidente de la Comisión
al efecto el señor Durán y Tortajada, fijando el plazo de seis meses para su
inauguración.
No fue así y el alcalde señor Lambies, meses después, anunciaba que por problemas económicos la
construcción del monumento estaba paralizada al no haber presupuesto para su
ejecución en aquel año. Tuvo que pasar otro ejercicio para que el concejal
Durán y Tortajada anunciará en las primeros días de agosto de 1933 que a finales
de verano, probablemente, se estaría en condiciones de inaugurar el proyecto de
Mora con el busto en mármol de Benlliure.
Mediados septiembre era, por fin, una realidad el recuerdo monumental
al pintor Sorolla en la playa de la Malvarrosa -al mismo tiempo que la prensa
se hacía eco de la llegada de los restos de Blasco Ibáñez para el mes de
octubre- aunque para su inauguración se tuvo que esperar al último día del año.
Las provincias del 20 de diciembre, anunciaba para el día 31 a las doce de la mañana la inauguración del proyecto que el Círculo de Bellas Artes había puesto en marcha diez años atrás.
Las provincias del 20 de diciembre, anunciaba para el día 31 a las doce de la mañana la inauguración del proyecto que el Círculo de Bellas Artes había puesto en marcha diez años atrás.
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