Archivo Municipal
1920 Ca. - La visita al Museo Paleontológico de Valencia situado en el Almudín era de visita obligada en los años juveniles asociada a la clase de
Ciencias Naturales, al igual que al Jardín Botánico con el “deber” de recoger
hojas en sus diferentes especies, fueran carnosas, nerviosas, lanceoladas, acorazonadas,
etc.
Sin embargo, ante los
huesos de múltiples especies, cráneos, esqueletos, animales
fosilizados nada había que coger: tan
sólo observar y tomar notas de cuanto llamaba nuestra atención para el
posterior relato con la pretensión del sobresaliente.
Pero la “perla de la colección” junto a la fascinación del
megaterio era un esqueleto humano
fosilizado que había llegado a Valencia en 1889 desde Argentina de la mano del
ingeniero Rodrigo Botet tras su paso por Sudamérica. Datado en un principio de
la Era Terciaria, fue conocido como el hombre de Samborombón: un arroyo del sur
de Buenos Aires.
Pronto surgió la polémica, pues al comienzo del siglo XX el
catedrático Eduardo Boscá se reafirmaba en la datación, mientras que el médico
Faustino Barberá, junto a estudiosos jesuitas, situaban al esqueleto en el
cuaternario en su reconocimiento como Homo Sapiens.
La polémica se mantuvo durante un par de décadas,
participando en la misma otros prestigiosos profesores. Las motivaciones
religiosas ocuparon el centro del debate, mientras que Eduardo Boscá iba
abandonando la idea de que “la perla de la colección” perteneciera a época tan
antigua.
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