Archivo Municipal
El Estado había sido generoso con la cesión de la que iba a
ser nueva fábrica de tabacos al Ateneo Mercantil, por ser el organizador de la
Exposición Regional de 1909 que en tiempo record construyó sus instalaciones,
unas llamadas a ser efímeras, y otras, las menos, a perpetuarse con diferentes
objetivos.
Había que corresponder a la cesión de tan importante centro
fabril y se pensó en las cigarreras, quienes iban a significar su más importante
mano de obra, siguiendo la costumbre romántica que tanto alimentó al genio
literario y musical del siglo XIX.
¿Qué mejor dádiva que construir un edificio próximo, donde
las cigarreras pudieran dejar a sus hijos en sus primeros años para ser
cuidados y alimentados durante su jornada laboral ?
Es así cómo se construye el Asilo de Lactancia, como ya era
habitual en otras fábricas de semejante industria. La entonces llamada a desaparecer
ante la Glorieta, antigua Aduana, y que se iba a convertir en Palacio de
Justicia, durante los años de ejercicio, también tuvo su asilo situado en la parte
trasera recayente a la calle Colón.
El arquitecto Ramón Lucini, que había intervenido en la puesta en marcha del tranvía aéreo, fue el encargado de llevar a cabo su construcción, y como todas las obras de
aquella exposición, se hizo en tiempo record, iniciando su obra en el mes de enero
de aquel año.
La Casa de Lactancia pasó a propiedad municipal, en la
actualidad en funciones de balneario, al aprovechar las aguas termales que siguen manando desde 1930.
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