sábado, 7 de octubre de 2017

LAS TORRES DE SERRANOS, PRISIÓN DEL GOBERNADOR

Archivo Municipal

Sabido es que la razón más comentada en torno a las Torres de Serranos, junto a las Quart, de que se mantuviera en pie tras el derribo de la muralla cristiana fuera la de su condición de cárcel, aunque por la belleza de su acabado y su monumentalidad, a su vez considerada como la puerta de entrada más importante ciudad y al ocupar un espacio muy amplio frente al puente de su nombre, lo más seguro es que fueran todas estas razones las determinantes para no caer bajo la piqueta.

Construidas al finalizar el siglo XIV, ya en la segunda mitad del XVI  eran los años cuando el Tribunal de la Inquisición era la principal causa de que el número de cautivos fuera en aumento, razón por la que los presidios se quedaran pronto pequeños. En aquellos años contaba la ciudad con cuatro cárceles y cada una de ellas acogía a presos de diferente condición.

La prisión del Santo Oficio estaba situada en el Palacio Real, aunque por el crecimiento de los reos fueron trasladados los mismos a una casona situada ante el Portal de la Trinidad, que para evitar la huida de los presos tuvo que ser fortalecida por nueve rejas, por lo que era conocida la calle como la de “les nou reixes”, donde se establecería la cárcel de San Narciso.

También cumplía función de cárcel un sótano del Palacio Arzobispal dispuesto para los clérigos ajenos a sus deberes, mientras que la Casa de la Ciudad era el penal donde penaban quienes hacían caso omiso a las ordenanzas municipales, o amenazaban a la población con sus delitos.

Ante su necesidad, las torres de Serranos fueron consideradas como “la prisión del gobernador”, que encerraba a quienes atentaban contra la buena marcha de la Corona.

En la imagen vemos el aspecto que ofrecían a principios de los años treinta cuando los tranvías habían dejado de pasar por su interior.

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