El arzobispo Tomás de Villanueva, que lo fue entre los años 1544 y 1555, tuvo relación con el
Convento del Socorro, toda vez que, junto al agustino fray Juan Exarch, fue su fundador. En su respeto, ante el nombramiento
de un nuevo prelado, en su primera noche de residencia, éste tiene la costumbre de pernoctar en el Colegio de Jesús y María, centro religioso que en su nueva faceta ocupa el antiguo "Convent del Socós", donde fue enterrado el arzobispo, lugar en el que permanecerían sus restos hasta un
siglo después cuando fueron trasladados a la Catedral.
Para su recuerdo, en 1794, mediante encargo al escultor José Esteve Bonet de una estatua de mármol y de una sola pieza, auspiciada por el ilustrado Pérez
Bayer y con el impulso de la Real Sociedad Económica del País, se llevó a efecto la que se puede
considerar última escultura religiosa de finales del siglo
XVIII.
Ocupó primero un espacio público ante el convento citado y por su situación fuera de la Valencia amurallada y ante el temor de estar a merced de arrebatos anticlericales, la estatua del santo fue trasladada al interior del Palacio Arzobispal en 1839, tal y como podemos observar en la fotografía torno a 1930, que se corresponde con el antiguo palacio, que sería reconstruido de nueva planta a partir de 1940, donde permanece.
Ocupó primero un espacio público ante el convento citado y por su situación fuera de la Valencia amurallada y ante el temor de estar a merced de arrebatos anticlericales, la estatua del santo fue trasladada al interior del Palacio Arzobispal en 1839, tal y como podemos observar en la fotografía torno a 1930, que se corresponde con el antiguo palacio, que sería reconstruido de nueva planta a partir de 1940, donde permanece.
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