Monumento Histórico Artístico desde 1983, es uno de los tres
iconos del modernismo de principios del siglo veinte en Valencia, protagonismo
que comparte con los mercados Central y Colón, éste centenario desde el pasado
24 de diciembre.
Pocos lugares de Valencia son tan conocidos y sirven como
punto de referencia para residentes, visitantes y turistas, como la Estación
del Norte, todavía conocida así por haber sido la terminal capitalina de la
Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España entre 1917 y 1941, aunque
debería denominarse de Norte, y más estando en el sur de la ciudad. Después
todas las líneas de ancho ibérico fueron englobadas en la Red Nacional de los
Ferrocarriles Españoles (RENFE) y desde el año 2005 las vías y las estaciones
las gestiona ADIF (Administrador de Instalaciones Fijas).
Como edificio público desempeña un papel muy importante, ya
que es la céntrica puerta de entrada y de salida de muchos miles de viajeros,
60.000 de promedio diario actual, para trabajo, compras, trámites y ocio, casi
totalmente de los trenes de cercanías y media distancia, ya que las emociones
de las recepciones y despedidas de los trenes de largo recorrido pasaron en
2010 a la estación provisional Joaquín Sorolla.
Centenaria estación cuyo protagonismo anterior (100.000
viajeros de promedio diario, idas más retornos, en el año 2004), fue
sucesivamente disminuyendo por la supresión entre los años 2005 y 2007 de la
línea hasta Riba-roja, sustituida por una ampliación de Metrovalencia, por
problemas habidos en las líneas de Utiel (alejada hasta San Isidre entre 2008 y
2016) y en la de Castellón por la obras del tercer carril. También la crisis
económica y el mencionado traspaso de trenes de largo recorrido a Joaquín
Sorolla.
Si tuviera el don de la palabra, València Nord nos hablaría
del paso por sus andenes de muchos millones de viajeros, cada uno con su
particular historia, y de miles de trenes, con predominio casi total (sólo los
Taf y algún automotor como diferentes) de los humeantes de vapor hasta los años
sesenta, cuando comenzó primero la rápida dieselización de todos los servicios
y después la electrificación de las líneas hacia Tarragona, Madrid por Albacete
y Gandía, que posibilitaron la puesta en servicio de los afamados Intercitys y
Euromed.
Desaparecieron los mozos de estación, los furgones para
equipajes y mercancías de gran velocidad y quienes los cargaban y descargaban,
así como la variopinta clasificación en trenes correos, expresos, mixtos,
tranvías, omnibuses, rápidos, mensajeros, y algunos bautizados:
El Sevillano,
El Mensajero de Alcázar, El Granadino, …
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
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