1914 - Se iniciaba la segunda década del siglo XX y a la “zona del
ensanche” había que dotarla de nuevos equipamientos. El cuerpo y el alma de los
valencianos demandaba aquello que los reforzara. Es así como entre 1914 y 1916
se llevó a cabo la construcción del mercado de Colón. Pero los dominicos, unos
años antes, deseosos de que Valencia tuviera una iglesia dedicada a uno de sus
más preclaros hijos, habían fijado sus ojos en la calle Cirilo Amorós, y ya
desde 1906 habían iniciado la construcción del templo, que en su anexo, también
se iba a destinar como edificio para viviendas al servicio de su comunidad
religiosa.
Si el mercado de Colón fue inaugurado en la Nochebuena de
aquel año de 1916, el templo dominico, que aún no estaba concluido, fue abierto
al culto para los fieles pocas semanas antes.
Así había sido el día 12 de octubre anterior, siendo
bendecido por el obispo de Mallorca en un acto que pese a su sencillez, destacó
por la emotividad de los presentes.
Valencia tenía pues un templo dedicado a San Vicente Ferrer
y la nueva Casa de los Dominicos se podía considerar a la altura de las mejores
sitas en otros lugares. En el acto inaugural asistieron al obispo los canónigos Don
José Vila, don Julio Cabanes como prefecto de Sagradas Rúbricas y don Constantino Tormo,
penitenciario.
La misa rezada fue celebrada por el reverendo padre prior,
fray Jaime Prats Ferrer, para terminar con un Te-Deum que junto a la bendición
a los fieles fueron llevados a cabo ambos por el Obispo como presidente del acto. Tan sencillo pero solemne acto dispuesto para la bendición
del templo, también tuvo sus padrinos, honor que recayó en Doña Pilar de
Mazarredo, viuda de Zabalburu, junto a
su hermano el Marqués de Lara.
Así se culmina un histórico recorrido residencial que se había iniciado
en el Convento de Santo Domingo, ya entonces convertido en Capitanía General,
lo que obligó a buscar habitaje para los religiosos en la calle Avellanas,
con posterior traslado a la calle de la Nave, lugar que tuvo su continuidad en
un edificio de la Plaza del Príncipe Alfonso, propiedad de la viuda de
Zabalburu, donde habían residido hasta aquel día tan esperado.
Vemos la foto del nuevo templo de San Vicente Ferrer cuando
aún no se había iniciado el mercado en cuya construcción iban a intervenir Francisco
Mora y Demetrio Ribes, los grandes arquitectos de la Valencia modernista: la
del hierro, vidrio y marquesinas.
Aún tendrían que pasar cuatro años para su final construcción, tras un largo periodo que se había iniciado en 1906.
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