Francisco Mora había conseguido dotar a la fachada del
Ayuntamiento de la suntuosidad monumental que tenía en su mente desde el primer
día que acometió su diseño de ampliación en 1924, incorporado al inicial del también arquitecto municipal Carlos Carbonell de 1905, que había sido diseñado entre ambos, dispuestos a la ampliación del Consistorio con fachada en esta ocasión a la plaza Emilio Castelar, que por parte de los munícipes se había decidido en 1902, e iniciado en 1906.
El 19 de marzo de
1930, en plena fiesta fallera, el aspecto de su torre central era magnífico y
la atención ciudadana estaba centrada en la puesta en marcha de un novedoso carillón. Aquel era el día elegido
para su inauguración a las doce en punto, tal y como había
decidido el alcalde Sr. Maestre, quien en los días previos había instado a empresa contratada para su instalación a que afinara bien su mecanismo.
Durante aquella mañana se iba concentrando el público y cada
vez en mayor número. Cuando se aproximaba la hora indicada era imposible acercarse
a la plaza. Entre el gentío se congregaban las bandas de música, donde también
hacían actos de presencia un gran número de carruajes que se había posicionado
para el acto.
Cuando llegó el alcalde junto al Arquitecto Mora e
informadores municipales no tuvieron más remedio que mezclarse entre la
multitud. Faltaban un par de minutos y el silencio más absoluto se apoderó de la
plaza.
Y cuando las saetas del reloj alcanzaron las doce, sonaron
las campanas dando las horas. A continuación el carillón dejó oír los sones de la
Marcha de la Ciudad, mientras el público guardaba un silencio absoluto
descubierto de boinas y sombreros. Al terminar sus notas, las bandas de música allí
congregadas comenzaron a tocar el Himno Regional, amenizado por un público
generoso de aplausos y vivas a Valencia. El momento ha sido emocionante, venía a decir el redactor del periódico
El Pueblo.
Terminó el acto con un desfile de las bandas de música allí
congregadas que superaron el número de sesenta, siendo presenciado por el
alcalde Sr. Maestre y su séquito desde un balcón del propio Ayuntamiento, al
que se habían subido una vez terminado el Himno.
(Jorge Auroux, ingeniero responsable de su puesta a punto,
junto a algunas de las campanas)
Ante los aplausos de la gran concurrencia el alcalde
pronunció unas muy breves palabras envueltas de gran emoción que culminaron con
un ¡Viva Valencia! que, entre grandes aplausos, se reprodujo igualmente por los
asistentes.
Sin embargo, apenas habían pasado treinta días y el carillón dejaba mucho que desear, pues su mecanismo era muy deficiente, con
numerosas quejas. El alcalde exigió su puesta a punto a la empresa que se había responsabilizado de su buen funcionamiento, pues fue objeto de muchas chanzas por parte del público
que, mosqueado, acudía a diario para escuchar un carillón que se atascaba, al
tiempo que exclamaba:
-¿Aixó son campanes o lligóns?
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